Caridad es sinónimo de compasión, indulgencia, piedad, misericordia,
humanidad, gracia… Todos esos significados son relativos al nombre de la Virgen María que
bajo esa advocación y tras 400 años de
su hallazgo y presencia en esta tierra deviene símbolo de cubanía.
En el año 1612 fue encontrada en el mar por los tres Juanes, suceso que fue
narrado bajo juramento eclesiástico a
los 85 años por Juan Moreno, "el negrito de La Caridad", quien cuenta como fueron en una canoa en busca de
sal, él y dos indios más, Juan y Rodrigo de Hoyos. Cuando salían de Cayo
Francés, en la Bahía de Nipe, observaron
algo sobre las aguas; al acercarse vieron con asombro y alegría que se trataba
de una imagen de la Virgen flotando encima
de una tablilla donde se podía leer: "Yo Soy La Virgen
de La Caridad".
Patrona de Cuba fue el solemne nombramiento que le hizo el Papa Benedicto XV en el año 1916 y entre los que
luchaban en la manigua por la independencia de la Patria se conoció como la
Virgen Mambisa, un
sobrenombre que tiene su origen en la tradición oral con la certeza
de que Ella acompañaba y protegía a los cubanos animados por la causa
libertaria.
De hecho en los libros de algunas parroquias están asentados muchos nombres
de generales de la Guerra de
Independencia tan valiosos como Antonio de la Caridad Maceo
Grajales, procedente de una familia muy devota y a quien en una ocasión una
medalla de la Caridad que llevaba en el pecho lo amparó de una bala mortal,
según afirma el saber popular.
En los sombreros de los miembros del Ejército Libertador
para sentir cercana su presencia era común entonces encontrar una cinta,
conocida como la medida de la Virgen, que tenía la misma longitud de aquella
que se guarda celosamente en poblado de El Cobre,
en la oriental provincia de Santiago de Cuba.
La Santa Imagen colgaba del cuello atada en rústicos collares que
portaban los Rebeldes
que peleaban en la Sierra
Maestra y fue compañía también para los jóvenes combatientes
internacionalistas.
Su nombre se popularizó en canciones, inspirando a poetas, artistas de la plástica y poco a
poco se hizo forjadora de la idiosincrasia de este pueblo, inseparable de la
cultura cubana.
El bardo tunero Juan
Cristóbal Nápoles Fajardo, El Cucalambé, fue uno de los primeros en
dirigirle décimas:
Cuando yo, inocente niño,
En el regazo materno
Era objeto del más tierno
Y solícito cariño;
Cuando una mano de armiño
Me acarició en esa edad,
Mi madre con la ansiedad
Más grata y más fervorosa,
Me habló de la milagrosa
Virgen de la Caridad.
Tratábame sin cesar
De esta imagen bendecida
Por milagro aparecida
Sobre las olas del mar,
Y oyendo yo relatar
De su aparición la historia,
La conservé en la memoria
Desde la ocasión aquella
Y soñaba ver en ella
Un astro de eterna gloria
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Por eso y tanto en las celebraciones eucarísticas
de la Iglesia
Católica se coloca la Bandera
de
la estrella solitaria
junto a la Imagen de la Virgen que en su elegante atuendo trae bordado el Escudo de la
Palma Real y cada 8 de septiembre, Día de su Santo, se entonan con fuerza y
emoción al inicio de la misa las notas del himno de Bayamo.
Hoy quienes visitan su Santuario,
declarado Monumento
Nacional, siempre encuentran el altar lleno de flores, velas, medallas de
deportistas, títulos de graduados universitarios… recuerdos agradecidos
llevados como expresión de fe y amor, en los cuales se descubren alegrías,
sufrimientos, anhelos, sueños y realidades de gente que espera y agradece.
Una historia enriquecida por testimonios de personas comunes, de un
pueblo que la respeta y le manifiesta su cariño con tal confianza que algunos
prefieren llamarla, simplemente, Cachita.
Vestir de amarillo en ocasión de su fiesta patronal, presentarle ante su
altar a los recién nacidos, regalarle girasoles, encomendarse a su amparo
maternal ante cualquier adversidad, colocar un cuadro con su imagen en la casa,
entre otros gestos, son costumbres que
se arraigan en el pueblo y se transmiten de generación en generación.
En su inolvidable visita a Cuba en el año 1998 el Papa Juan Pablo II la coronó
como Reina y recientemente Benedicto XVI quien
visitó nuestra patria como peregrino de la Caridad le obsequió una Rosa de Oro y resumió su sentir en la
frase: “Pido a Nuestra Señora de la
Caridad del Cobre que proteja con su manto a todos los cubanos ¡Hasta siempre,
Cuba, tierra embellecida por la presencia materna de María!
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre se quiere
por lo que representa, tanto para los creyentes que la acogen como Madre de
Dios, como para muchos cubanos que, donde quiera que estén, la identifican como
algo muy suyo.
Por eso proclama el lema de este año jubilar, cuando
se cumple el cuarto centenario de aquel encuentro en las aguas del mar de
Oriente: La Caridad nos une.
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