lunes, 6 de febrero de 2012

Un señor de vanguardia

Te canto, porque estás vivo
Y no porque te hayas muerto


El seis de febrero de 1932 nace Camilo Cienfuegos Gorriarán, un hombre que conocí desde pequeña de tanto escuchar a mis familiares y maestros hablar sobre él. A este pilar de la gesta armada cubana lo aprendí a querer desde entonces a través de los libros, por sus graciosas e instructivas anécdotas, por esa peculiar manera en que el pueblo de Cuba lo revive en cada octubre.
Su humilde origen social, temperamento jovial y sonrisa franca, con la que ganaba amigos por doquier, lo convirtieron en uno de los más carismáticos guerrilleros de la Sierra Maestra y quizás por eso se recuerda con tanto cariño a pesar de los años y de la ausencia.
Cuentan los que compartieron con él de su amistad con el Che Guevara, quien lo llamó El Señor de la Vanguardia en franca alusión a su voluntad y entrega en el combate; del arrojo que le hizo ganar la admiración de sus compañeros y la confianza de sus superiores para designarle importantes misiones como aquella, que al fin devino proeza, al llevar la guerra a los llanos con la invasión de Oriente a Occidente al frente de la columna número dos Antonio Maceo.
Aquel fatídico 28 de octubre de 1959 cuando cumplía una tarea encomendada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, la avioneta en la que retornaba a la capital del país desapareció en el mar.
Las horas posteriores al suceso fueron de gran tensión. Por momentos se creyó que había aparecido y la desilusión golpeó fuerte cuando se tuvo plena certeza de que físicamente ya no estaría más entre el pueblo que lo lloró con desespero y aún después seguía esperanzado.
Ese paradigma de hombre bueno, desde entonces, se recuerda con un gesto para muchos curiosos y que para la mayoría de los cubanos se ha convertido en una tradición en cada aniversario de su muerte, cuando cientos de personas, en especial niñas y niños, colman de flores los ríos, arroyos, presas y mares como expresión de afecto a su figura legendaria.
Las nuevas generaciones así lo conocen también y aprenden a quererlo porque su ejemplo se multiplica en quienes emprenden las sencillas y complejas tareas con optimismo, enfrentado los avatares con voluntad de héroes, empeñados en seguir adelante la obra por la cual muchos, como él, ofrendaron sus vidas.

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