A partir de
1967, a propuesta la ONU
y la UNESCO, cada 8 de septiembre se celebra el Día Internacional
de la Alfabetización. Desde entonces se han realizado muchos progresos en gran
cantidad de países.
Sin
embargo, todavía hoy, existen en el mundo millones de adultos que no saben leer
ni escribir, de los cuales dos terceras partes son mujeres, marginadas
históricamente del acceso a estos conocimientos.
En Cuba se libró una gran batalla para llevar la luz
de la verdad a todos los rincones del país. Con la Campaña
de alfabetización el territorio fue declarado libre de analfabetismo en el
año 1961.
Los
protagonistas de aquella epopeya todavía atesoran imágenes, anécdotas,
recuerdos… a pesar de los años transcurridos. Algunos relatan que tuvieron que enseñar a ancianos que ni
siquiera sabían tomar un lápiz en sus manos y que luego de unos meses los veían
sonreír, y hasta llorar de emoción, cuando lograban ser capaces de plasmar su
firma en un papel.
Como
maestros en diversas latitudes ahora otros dejan constancia de su encomiable
misión. Se escriben nuevas páginas en la historia de la educación y ya cuentan
miles los hombres y mujeres que se disponen a dejar temporalmente sus hogares
para contribuir a la preparación de sus semejantes.
A través
del método cubano de alfabetización Yo,
si puedo, creado por la Doctora Leonela
Relys, se alfabetizaron en una treintena de países más de tres millones de
personas con los mejores resultados en Venezuela y Bolivia, donde estuvo Juan
Carlos Carballo Arce, profesor de la Universidad
de Ciencias Pedagógicas Pepito Tey de Las Tunas:
“Llegamos a
Venezuela a alfabetizar el 6 de junio de 2003. No sabíamos en realidad cómo se
iba a desarrollar este proceso; pero felizmente iniciamos el 1 de julio. Todo
salió bien porque había voluntad política de erradicar el analfabetismo.
Se me
asignó el estado de Amazonas, muy complejo por su fatalismo geográfico, casi
todas las comunidades ubicadas a la orilla del Orinoco. Nosotros no estábamos
acostumbrados a ese tipo de vida. No obstante todo fluyó y pudimos alfabetizar
en seis meses a un millón de venezolanos.
Al
principio fue complejo por la comunicación y además porque en esas comunidades
no había fluido eléctrico y hubo que instalar paneles solares y otros
aditamentos pues, como se conoce, este es un método que se apoya en equipos
audiovisuales: televisor y video.
Estuve en
Venezuela hasta el 2005 y luego se me convocó nuevamente e integré el primer
contingente de cubanos que fueron a alfabetizar en Bolivia. Se me asignó el
estado de Tarija, también muy complejo porque había mucho escepticismo.”
¿Cuál fue
la reacción de los alfabetizados?
“Se sentían
contentos porque ya podían leer todos los anuncios, los carteles que habían en
las calles, inclusive firmar ya que ellos cuando tenían que acreditar algún
documento lo hacían poniendo sus huellas dactilares y por eso una de las
primeras tareas que nos trazamos fue que aprendieran a escribir sus nombres
prácticamente en la segunda o la tercera semana.”
¿Cómo se
sintió en la distancia?
“Fue duro,
dejar atrás a los padres, a los hijos, a la esposa; sin embargo sopesa la
balanza la labor que uno realiza allí, sabiendo que está cumpliendo con el
sueño de Martí
y de Fidel de ver una América Latina más libre.”
Concebido
también por educadores cubanos surgió también la misión Yo, si puedo seguir que permite continuar estudios de mayores
niveles educativos. Igual que lo hicieron hace más de medio siglo aquellos
jóvenes, casi niños, con sus lápices cartillas y manuales; un poco más acá en
el tiempo, con un mismo ímpetu, educadores tuneros dejan huellas con su aporte
internacionalista que deviene proeza en los momentos actuales.
Los avances
en materia de educación siempre representan un motivo para celebrar, máxime si
el número de alfabetizados a nivel mundial ha llegado a cerca de cuatro mil
millones de personas. No obstante, la alfabetización para todos es aún, por
desdicha, una meta lejana.
Saber leer
y escribir hace a las personas más capacitadas para elegir y llevar una vida
más plena. La alfabetización y la educación son cimientos sobre los que se
puede construir un mundo mejor.
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