viernes, 25 de mayo de 2018

Destaca papa Francisco importancia de familia en formación de valores

 
El papa Francisco destacó hoy en Roma la importancia de la familia como espacio privilegiado para la formación de valores, con un lenguaje propio y en una época de profundos cambios.

El sumo pontífice pronunció un discurso ante funcionarios y jefes de la policía de Roma y de la Dirección Central de Salud del Departamento de Seguridad Pública, acompañados de familiares, en la sala de audiencias papales Pablo VI.

Francisco se refirió a cómo en el ambiente familiar se enseña y se aprende 'la fe, el amor y hacer el bien', con un dialecto singular, pues son cosas que 'en otros idiomas no se comprenden'.

Advirtió que la buena salud de la familia es decisiva para el futuro del mundo y de la iglesia católica a la luz de 'los múltiples retos y dificultades presentes hoy en la vida cotidiana'.

De hecho -dijo- cuando se tropieza con una realidad amarga, cuando se siente el dolor, cuando irrumpe la experiencia del mal o de la violencia, es en la familia, en su comunión de vida y amor donde todo puede ser comprendido y superado.

El Papa subrayó la importancia de la vida familiar para el desempeño de la labor de los policías porque les aporta 'equilibrio humano, sabiduría, valores de referencia' y añadió que una buena familia transmite también civismo, educa a las personas a sentirse parte del cuerpo social y 'comportarse como ciudadanos leales y honestos'.

martes, 15 de mayo de 2018

Por el día internacional de la familia

Día Internacional de la Familia: Las cubanas tienen un aderezo especial 

Escrito por  Liz Martínez Vivero / Especial para CubaSí 

Este martes se celebra el Día Internacional de la familia. Aunque, en el caso específico de Cuba no es necesaria una marca en el calendario para formar el alboroto.
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Si usted se acaba de enterar ya es otra fecha que a partir de ahora no debe, bajo concepto ninguno, pasar por alto.

Aunque, en el caso específico de Cuba no es necesaria una marca en el calendario para formar el alboroto. Bastan tres palos y una lata para que todo el mundo se congregue alrededor de los improvisados músicos a armar lo suyo o mejor dicho lo nuestro, porque esta virtud de hacer una fiesta de todo nos viene como impregnadas en el ADN y hasta hoy no me queda claro si por la parte española, la africana o la aborigen.

El caso es que aquí las familias tienen un aderezo especial. Chovinismo aparte, lo mismo nos reunimos alrededor del televisor para disfrutar el deporte o la novela que en una mesa de dominó.

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Familias las hay de muchas clases. En biología y también en la vida real es una unidad sistemática situada entre el orden y el género; o entre la superfamilia y la subfamilia si estuvieran descritas. Pero buscando más allá en otras terminologías y conceptos el Diccionario de la Lengua Española la define como un grupo de personas emparentadas que por lo general viven juntas, aunque existan otros modos, como la adopción.

Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.


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Los lazos principales que definen una familia son de dos tipos: vínculos de afinidad y de consanguinidad, como la filiación entre padres e hijos o los lazos que se establecen entre los hermanos que descienden de un mismo padre.

Hasta los más pequeños saben que una familia es muchísimo más que una casa pero se le parece mucho. Allí se debiera siempre encontrar reposo, refugio y satisfacción personal al término de cada jornada y también al inicio de todas ellas.


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Las familias, aunque no es una norma, y por lo menos se cumple absolutamente en la primera de ellas se forma de mutuo acuerdo.

Cuando la vida da la oportunidad de formar una es también una manera de enmienda, de corregir nuestros errores en los pasos de otro y de señalar el camino a recorrer con la suprema modestia de aquellos que tuvieron a su cargo nuestra enseñanza.

Hay familias más o menos cortas pero no  importa el tamaño sino la grandeza de la confianza y el amor que se envíe y reenvíe a todos los miembros de ella, estén donde estén porque la distancia aquí no tiene nada que hacer… es muchísimo mayor el vínculo.


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viernes, 11 de mayo de 2018

Bello reporte periodístico por el Día de las Madres

Día de las madres: Una nunca sabe cuál fue el momento exacto

Escrito por  Vladia Rubio/CubaSí
  La autora (Vladia Rubio) y su hijo Gabriel
El Día de las Madres resulta buena coyuntura para reflexionar y agradecer. En Cuba, donde la quinta parte de la población es mayor de 60 años, ser madres y ser hijos puede adquirir connotaciones bien especiales.

Sucede que hasta cierta edad, las mamás nos ocupamos de todo, absolutamente todo, lo que concierne a nuestros hijos: desde la ropa que se ponen, la hora en que van a dormir hasta lo que comen o dejan de comer.

Si se dan un golpe, no solo corremos a curarlo sino sentimos el dolor junto con él; si triunfan, aunque sea ganando en el aula la estrellita de la semana, nos alegramos como si le hubieran conferido el nobel, y si lo dejan plantado en una esquina, nos indignamos con la muchacha “que no sabe lo que se perdió” porque primero él y después Brad Pitt.

Pero eso es solo hasta un día. Una nunca sabe cuál es el momento exacto en que esa brevísima hebra que la une a su hijo se fractura, como segundo cordón umbilical que cortaran, y el muchacho alza vuelo así, sin previo aviso.

Quizás fue a partir de aquella fiesta, cuando estudiaba en 7mo. grado y te dejó esperando muerta de angustia en el portal porque le habías dicho que hasta la 1:00 y ya eran las 3:00; o tal vez fue cuando, desde una serenidad que le creció quién sabe de dónde, te dijo que no, que ese o aquel asunto no sería como tú quieres sino como él necesitaba que fuera.

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Odalys Cimadevilla, periodista de CubaSí y su hijo Robin.

Y te lo dijo desde el amor, pero también desde la entereza con que habla la gente grande y tú te quedaste sin saber qué decir porque, en el fondo, lo que estabas era buscando urgente una explicación para entender cómo el niño se te había vuelto casi un adulto entre las manos.

Porque sucedió así, de pronto, y una quiere y no quiere que pase; pues mientras siga siendo “el niño” podremos guiarlo por el camino más corto, evitarle angustias varias, tropiezos donde nosotros ya nos fuimos contra el muro, lágrimas por creer importante lo que sabemos que a la larga no lo es.

Pero más temprano que tarde la crisálida deja de serlo y el hijo abandona nuestro regazo, pareciera que definitivamente.

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Anabel, la hija de otra de nuestras periodistas (Alina Mena).

Y ya no habrá reloj que lo detenga ni llamadas telefónicas, ni esperas en el balcón; empezarán a acumularse nuestras preguntas sin respuesta o sus contestas solo formales. Si al inicio no le dejábamos usar la laptop de nuestro trabajo para que jugara, ahora es él quien no nos deja usar su tableta y se burla de cómo escribimos palabras completas en el SMS que le enviamos.

A la par que el modo en que usamos las nuevas tecnologías nos va diferenciando -¿distanciando?- continúan rompiéndose, uno tras otro, más de esos filamentos que nos enlazaban. Van cambiando también nuestras formas de hablar y un día le escuchamos decir una palabra cuyo significado no sabíamos, luego será otra y otra más, porque sus lecturas son diferentes a las tuyas.

También cambiarán los temas de conversación, y algunos, que años atrás les eran totalmente afines a ambos, ahora te quedarán casi vedados como el de las novias “porque a ti no te conviene ninguna”.

Pero a medida que sin remedio se van cerrando puertas, otras empiezan a entornarse. Y si antes eras tú quien le preguntaba a él por si había ido al ortopédico a verse esa rodilla maltratada por el futbol, ahora es él quien se ocupa de si compraste las medicinas para la migraña. Así, resguardada de amenazas, culpas o dolores, quietamente amada, empiezas a adentrarte en lo que será tu vejez.

No creo que sean pocas las madres cubanas que hayan sentido algo similar, porque con una población cuya quinta parte rebasa los 60 años, este país se apunta entre los más envejecidos de América, a la vez que ostenta uno de los más altos índices de esperanza de vida.

Nunca sabrás el momento exacto, pero a partir de un instante preciso comenzarás a volverte algo así como la hija de tu hijo. Y te descubrirás en su regazo, acunada por sus ahora inmensos brazos, que hace tanto se te enroscaban al cuello cuando llegabas a buscarlo a la escuela.