martes, 15 de enero de 2013

Personas tóxicas S.O.S.


Cuando le comenté a un conocido sobre las “personas tóxicas” no pudo disimular una sonrisa y hasta creyó que era una frase inventada; no obstante le pareció muy ilustrativo el término en cuanto al tema del cual trataba nuestra conversación.

Ese fue el calificativo más justo que encontré para definir a aquellos que todo lo ven con pesimismo y cierto desdén; los que de algún modo, sin que parezca muy fuerte la expresión, disfrutan al envenenarnos la vida.

Las personas tóxicas existen; pululan por doquier y debemos estar alertas para contrarrestar sus influjos, máxime por lo mucho que pueden perjudicarnos.

El término no es fruto de la creatividad de los hablantes ni deviene vocablo de moda en los tiempos actuales. Con él se califica a quienes nos llenan de frustraciones de gratis, sin ton ni son, como decimos en buen cubano.

Según los especialistas en la materia, estos individuos simulan ser buenos y amistosos; acostumbran a utilizar sutiles ironías para socavar paulatinamente la autoestima de los demás; tratan de reducir el valor de los otros para que sus figuras brillen y sentirse triunfadores.



Por lo general “los tóxicos” son oportunistas que aprovechan las debilidades ajenas para ascender en sus empeños, sin importarles pisotear a cualquiera que se les interponga en el camino.

Ellos tratan a toda costa de conseguir poder y control; convencidos de tener siempre la razón y confiados en que son los que mejor capacitados están para llevar a cabo un propósito.

Cualquier similitud con la realidad pudiera ser mera coincidencia; pero si esta descripción quizás le recuerda a alguien, es menester entonces extremar medidas pues estos individuos son, en verdad, muy dañinos.

Para lidiar con este tipo de gente, recomiendan los expertos, vale identificarlos y evadir compañías no sea que caigamos en sus trampas o, lo que es peor, convertirnos en sus semejantes.

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