Muchas son las personas que se lamentan por lo triste que les resultó saber, cuando crecieron, que los Reyes Magos
no existían, que ese era un desempeño propio de los padres que se
esforzaban por suplir el lugar de estos fantasiosos personajes que cada 6
de enero cumplían la misión de llevarles obsequios como premio a su
buena conducta.
Conocer
la verdadera identidad de Gaspar, Melchor y Baltasar implicaba cierto
despertar en medio de la inocencia y suponía un sentimiento de
frustración, en algunos casos, que luego no comprendían la razón de las
cartas, los recipientes para que los camellos tomaran agua y hasta el
pasto que les serviría también de alimento.
Creer
o no creer ya se ha convertido en algo opcional para quienes, a pesar
de los descubrimientos, insisten en seguir la tradición y todavía se
dejan convencer con aquello de “espera a ver qué te traerán los Reyes si
sigues con ese mal comportamiento”.
De
alguna manera los pequeños de hoy, quizás mucho más pícaros y vivaces
que los de antaño, sueñan y esperan ser sorprendidos mediante una
costumbre que poco a poco se reanima entre las familias cubanas y se
enriquece según las iniciativas de los miembros del hogar.
El origen de esta celebración nos llega desde la Biblia,
texto en el cual se narra el camino que hicieron tres magos (en esa
época así se conocía a los sabios o astrónomos) que fueron siguiendo una
estrella hasta llegar a Belén.
Los Reyes Magos de Oriente fueron visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret,
acudieron desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle
regalos de gran riqueza simbólica: oro, porque también era Rey; incienso
por ser creado por el Espíritu Santo y mirra por su condición de
hombre.De ahí que en varias naciones, principalmente hispanohablantes, se mantenga el rito de representarlos como parte del pesebre junto al niño, su padre José y María, su madre. Con el paso del tiempo este pasaje bíblico se interpretó como la significación de los hombres buscadores de Dios, en cualquier tiempo y lugar.
Se mezclan de tal modo realidad y fantasía para recrear una historia linda que recuerda que nada tiene de malo la candidez y la ingenuidad. En tanto, se deja a un lado extravagancias, caprichos y excentricidades que solo buscan marcar diferencias entre los que más tienen y pueden.
En aras de defender actitudes nobles, seguramente esta mañana despertaron muchachos ansiosos buscando al lado del arbolito de navidad algún paquetico o una simple postal que los reconfortara y hasta premiara por sus logros y comportamientos, independientemente de que vengan de manos de los Reyes o de papá y mamá.
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