viernes, 26 de junio de 2009

¿Controlar la lengua?... Tarea difícil


Dice un sabio y buen amigo que la lengua es la parte del cuerpo más difícil de controlar.
Tan es así que para mantenerla quieta la naturaleza nos dotó de dos barreras: los dientes y los labios.
Puede que este razonamiento encierre algo de jocosidad; pero no está muy lejos de la realidad, según mi criterio.
Piensa si no en los consejos de la mayoría de los adultos mayores que advierten que “palabras sacan palabras” o cuando es preciso “morderse la lengua” porque la tenemos demasiado larga… Sobran los comentarios ¿Verdad?
Sin dudas la lengua, como uno de los órganos esenciales del sistema articulatorio del lenguaje, es causante de no pocos aprietos cuando la empleamos sin antes razonar lo que expresamos.
En el seno del hogar a veces la utilizamos para ofender a los consanguíneos o maltratarlos con tonos y términos inapropiados.
Tener la lengua suelta, como dice mi abuela, es siempre instrumento de problemas, separaciones y enojos en nuestras familias y en la sociedad.
Por suerte también la lengua sirve como herramienta indispensable para la reconciliación, para trasmitir mensajes placenteros y manifestar lo mejor del pensamiento humano.
Baste utilizarla entonces como bien apuntó El Maestro, José Martí: Hay tanto que decir, que ha de decirse en el menor número de palabras posibles: eso sí, que cada palabra lleve ala y color.

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