sábado, 26 de diciembre de 2009

El lujo de las cosas sencillas.

Son estos días finales del año motivos para darme el lujo de hacer cosas sencillas. Tan sencillas como salir con mis hijos a tomar un helado, sentarme en el parque para verlos correr y reír a sus anchas, jugar con ellos algún partido de dama china, e incluso, programarnos una tarde de cine en casa.
Fue así como volvimos a disfrutar por enésima vez de una de nuestras películas favoritas: La Era de Hielo… Entonces nos deleitamos con las travesuras del perezoso, el mamut, el tigre diente de sable y el ingenuo niño a quien los animales debían entregar a sus padres.
Una historia linda que siempre nos arranca carcajadas y al mismo tiempo hace reflexionar con frases, para mí estupendas, como la que se refiere a las reglas de una manada… entre todos se ayudan.
Quizás porque esta expresión la vincule a la vida en familia, quise traerla a colación y compartirla, como ejemplo de esas pequeñas cosas que nos alegran e instruyen.
Sin dudas, son actividades sencillas que nos permitimos hacer con más frecuencia ahora que los pequeños están de vacaciones y descansan del agotador ritmo de la escuela y los entrenamientos deportivos. Tiempo además precioso para sentir aún más cerca a mis hijos, momentos nada despreciables porque, como todos sabemos, luego no se pueden recuperar y si se presentan es bueno darse el lujo de aprovecharlos.

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