Son estos días finales del año motivos para darme el lujo de hacer cosas sencillas. Tan sencillas como salir con mis hijos a tomar un helado, sentarme en el parque para verlos correr y reír a sus anchas, jugar con ellos algún partido de dama china, e incluso, programarnos una tarde de cine en casa.
Fue así como volvimos a disfrutar por enésima vez de una de nuestras películas favoritas: La Era de Hielo… Entonces nos deleitamos con las travesuras del perezoso, el mamut, el tigre diente de sable y el ingenuo niño a quien los animales debían entregar a sus padres.
Una historia linda que siempre nos arranca carcajadas y al mismo tiempo hace reflexionar con frases, para mí estupendas, como la que se refiere a las reglas de una manada… entre todos se ayudan.
Quizás porque esta expresión la vincule a la vida en familia, quise traerla a colación y compartirla, como ejemplo de esas pequeñas cosas que nos alegran e instruyen.
Sin dudas, son actividades sencillas que nos permitimos hacer con más frecuencia ahora que los pequeños están de vacaciones y descansan del agotador ritmo de la escuela y los entrenamientos deportivos. Tiempo además precioso para sentir aún más cerca a mis hijos, momentos nada despreciables porque, como todos sabemos, luego no se pueden recuperar y si se presentan es bueno darse el lujo de aprovecharlos.
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