Rosa María García Vargas
Las
Tunas.- Por estos días mucho se ha hablado de la familia cubana en
sentido general, y en particular de su importancia en la formación de
las nuevas generaciones.El domingo 14 de mayo, Día de las Madres, dio inicio la Jornada por el Día Internacional de la Familia (15 de mayo), que convocó la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y se extenderá hasta el próximo Día de los Padres (18 de junio).
La jornada tiene como objetivo visibilizar la importancia del fortalecimiento del rol de la familia en la sociedad cubana, fundamentalmente como formadora de valores.
Pero, en Cuba no se necesita un día específico ni una jornada para que la familia reciba la atención que merece. A partir del triunfo de la Revolución y con los nuevos programas destinados a beneficiar al pueblo, la familia, célula fundamental de la sociedad, también ocupó un lugar prioritario y fue reconocido su papel en la educación y formación de las nuevas generaciones.
De ahí su importancia y la necesidad de reflexionar siempre sobre las problemáticas que la afectan, y también acerca de la obligación de promover vías para la educación del grupo familiar de manera que se desarrolle armónicamente y cumpla su función con buenos resultados.
Con este objetivo se crearon en Cuba las Casas de Orientación a la Familia y se preparan a los especialistas de diversos organismos, Salud y Educación entre otros, para asistir a los miembros de familias disfuncionales, con carencias afectivas, maltrato físico o psicológico, entre otras anomalías.
Es en el seno familiar donde se aprende a sentir, a pensar, a concebir el mundo de un determinado modo y se reciben las orientaciones primarias de valor. Las primeras nociones sobre lo que se puede y no se puede, lo que se debe y no se debe.
Los valores son directrices en torno a las cuales se estructura la familia, sus proyectos y su vida cotidiana. Constituyen su acervo cultural y regulan implícita o explícitamente la vida familiar.
Las familias desarrollan sus valores hacia todos los sucesos de la vida, hacia la vida cotidiana, la naturaleza, el trabajo, las personas, hacia lo sobrenatural.
Resulta vital tener en cuenta que la familia educa con el ejemplo, con el lenguaje verbal y extraverbal, con la identificación afectiva paterno-filial, con el contacto paciente del día a día, cual escultores que modelan, a golpe del cincel, el mármol más precioso.
Cierto que la escuela consolida, desarrolla, impulsa, pero su rol no es sustituir a la familia, sino complementarla, abrir caminos, lanzar al vuelo las potencialidades humanas. La familia funda. Es el crisol de las personalidades. Es, como señaló Pablo Neruda, «la principal y primera escuela de amor».
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