Uno de los mensajes de bien público más geniales que ha trasmitido la
televisión cubana es aquel que cuenta la historia de Enrique, a quien
después de muchos elementos descriptivos, descubrimos como un niño
víctima del tabaquismo. Sí, el protagonista de esa historia con solo
tres años de edad es declarado como un fumador, con los daños y crisis
de salud propias de las personas adictas al tabaco.
Esta propuesta televisiva obliga a reflexionar sobre la difícil
situación de tantas criaturas indefensas, inocentes, y no por ello menos
perjudicadas por el humo de aquellos que no parecen percatarse del mal
que provocan a los demás, sean infantes o adultos, obligados a inhalar
sustancias tóxicas en lugares públicos o, tristemente, en el seno de sus
propios hogares.
Por lo visto las campañas educativas, advertencias y sugerencias
para erradicar esta nociva práctica suelen caer en terreno infértil,
una vez que la mayoría hace caso omiso a las recomendaciones.
Deja mucho que desear entonces cuando se enuncian las incontables
dificultades ocasionadas por las conductas adictivas al cigarro, tanto
por los fumadores activos como por los pasivos, sin embargo, algunos
especialistas de salud o maestros despuntan como los más empedernidos.
Se obvian, del tal modo, medidas y regulaciones existentes para
controlar el tabaquismo en lugares públicos y las normativas que
prohíben fumar en instituciones y entidades estatales, entre ellas, los
centros asistenciales y educacionales.
Como si fuera poco, la imagen de los artistas simulando poses
elegantes y atractivas mientras fuman, se reiteran en los audiovisuales,
dejando con ello un mensaje confuso en los espectadores. Es como hacer con las manos y desbaratar con los pies o haz lo que yo digo y no lo que yo hago.
La campaña por el Día Mundial sin Tabaco en este 2017 tiene como
objetivo movilizar a los principales actores sociales, así como a niños,
adolescentes y jóvenes, en la batalla frente a la exposición al humo de
tabaco y en función del desarrollo sostenible, principalmente
protegiendo a los ciudadanos de los efectos dañinos del consumo de
tabaco y reduciendo su impacto en las economías nacionales.
Sin dudas, con el cumplimiento de las políticas eficaces contra esta
epidemia, todos saldremos beneficiados. En tales empeños, esperemos que
experiencias como la de Enrique, el niño del mensaje televisivo de bien
público contra el tabaquismo, dejen de ser comunes.
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