Como un buen regalo recibí esta definición de una amiga y compañera de trabajo sobre las características que definen a las cubanas y los cubanos... que me definen. Como regalo al fin, lo gradezco y comparto con los seguidores de este blog.
Hace solo horas debatía con una cubana que acaba de llegar de Brasil
sobre lo que somos como cubanos. En el intercambio ella requería a un
paisano porque cuando allá le preguntaban por Cuba, él decía que en Cuba
no había carne, no había espejuelos, no había comida, no había motos,
no había autos, no había Internet.
Y tamaña porfía armaban, porque si bien es cierto que hay problemas
en Cuba, la Isla no es el desierto que imaginaban esos brasileños que
indagaban por ella.
Cuba tiene un folclor característico. Al cubano no hay quien le pinte
una. Si el dinero no le alcanza y los productos encarecen, él se las
arregla y sobrevive. Si todo a su lado estalla en problemas, él hasta le
saca un chiste o jarana a las dificultades. Si falta la corriente
eléctrica por horas, le toca esperar en una parada de ómnibus, se
levanta a las 5:00 de la mañana y hace una cola para comprar hasta un
simple producto, y puede que al tocarle no alcance, él suspira y sigue.
El cubano sabe de ingenios para echar adelante. El período especial
le enseñó que los fogones de petróleo no se resisten a su voluntad, los
motores de lavadoras rusas pueden convertirse en ventiladores, las
telas pintarse y transformarse en un lindo vestido, la hoja de calabaza
ser un excelente champú, o las de limón, el mejor de los
acondicionadores, las recámaras de medios de transporte y retacitos de
tela, las materias primas idóneas para unas pantuflas; la ropa también
se lavaba con jabones inventados en casa, los tubos de pasta vacío
asumían una mechita para convertirse en los mejores candiles y los
calderos se estremecían cuando caía algo que supiera a proteína.
Fue difícil esa etapa, la escasez estaba entre nosotros y aún con
dinero era difícil solventar las necesidades básicas. Pero ni así se
detuvo el cubano.
Ningún niño dejó de recibir la instrucción, la medicina siguió siendo
gratuita, continuaron avanzando las investigaciones en distintas áreas
de la ciencia y la técnica, egresaron miles de estudiantes bien
formados, los profesionales pudieron desarrollarse en su trabajo, se
publicaron libros, abrieron comercios, entonces con nuevas inventivas,
Cuba abrió sus puertas al turismo y a nuevas experiencias económicas,
políticas y sociales.
Pero el pueblo era uno, las convicciones y amor por la Patria movían a
la multitud, que se congregaba en plazas y por doquier para decir que
seguía vivo y resistiendo.
Es verdad también que se incrementaron las migraciones, más por
problemas económicos, que por desafectos políticos, pero la historia de
la humanidad ha demostrado que este proceso es tan natural como la vida.
Nos acecharon males como el proxenetismo y la prostitución, algunos
se corrompieron y engañaron al pueblo, pero los verdaderos cubanos, los
dignos, siguieron resistiendo.
Cuba hoy no es la misma, su brújula ha dado algunas vueltas y tras su
historia ha indicado diferentes caminos, pero el que se sabe cubano a
ultranza sigue aquí y allá, sabe polemizar cuando algo no anda bien o no
entiende algunas posiciones, mas asumen el reto de actualizarse y
cambiar para salvar más que todo nuestra cubanía y sus logros.
Cuba es su gente, su lengua, sus tradiciones, su carácter cotidiano
para enfrentar la vida; un mosaico de identidad formada por las culturas
indígenas, españolas, africanas, chinas y de muchos otros rincones de
la Tierra.
El criollo que hoy camina las calles es duro como la Palma Real,
puro como nuestro cielo, gentil como nuestra caña de azúcar y fuerte
como el Sol que cada día le azota, cuando decide emprender otra jornada.
Por Darletis Leyva González
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