miércoles, 21 de octubre de 2015

Regalo de una amiga

Como un buen regalo recibí esta definición de una amiga y compañera de trabajo sobre las características que definen a las cubanas y los cubanos... que me definen. Como regalo al fin, lo gradezco y comparto con los seguidores de este blog.


Hace solo horas debatía con una cubana que acaba de llegar de Brasil sobre lo que somos como cubanos. En el intercambio ella requería a un paisano porque cuando allá le preguntaban por Cuba, él decía que en Cuba no había carne, no había espejuelos, no había comida, no había motos, no había autos, no había Internet.
Y tamaña porfía armaban, porque si bien es cierto que hay problemas en Cuba, la Isla no es el desierto que imaginaban esos brasileños que indagaban por ella.
Cuba tiene un folclor característico. Al cubano no hay quien le pinte una. Si el dinero no le alcanza y los productos encarecen, él se las arregla y sobrevive. Si todo a su lado estalla en problemas, él hasta le saca un chiste o jarana a las dificultades. Si falta la corriente eléctrica por horas, le toca esperar en una parada de ómnibus, se levanta a las 5:00 de la mañana y hace una cola para comprar hasta un simple producto, y puede que al tocarle no alcance, él suspira y sigue.
El cubano sabe de ingenios para echar adelante. El período especial le enseñó que los fogones de petróleo no se resisten a su voluntad, los motores de lavadoras rusas pueden convertirse en ventiladores, las telas pintarse y transformarse en un lindo vestido, la hoja de calabaza ser un excelente champú, o las de limón, el mejor de los acondicionadores, las recámaras de medios de transporte y retacitos de tela, las materias primas idóneas para unas pantuflas; la ropa también se lavaba con jabones inventados en casa, los tubos de pasta vacío asumían una mechita para convertirse en los mejores candiles y los calderos se estremecían cuando caía algo que supiera a proteína.
Fue difícil esa etapa, la escasez estaba entre nosotros y aún con dinero era difícil solventar las necesidades básicas. Pero ni así se detuvo el cubano.
Ningún niño dejó de recibir la instrucción, la medicina siguió siendo gratuita, continuaron avanzando las investigaciones en distintas áreas de la ciencia y la técnica, egresaron miles de estudiantes bien formados, los profesionales pudieron desarrollarse en su trabajo, se publicaron libros, abrieron comercios, entonces con nuevas inventivas, Cuba abrió sus puertas al turismo y a nuevas experiencias económicas, políticas y sociales.
Pero el pueblo era uno, las convicciones y amor por la Patria movían a la multitud, que se congregaba en plazas y por doquier para decir que seguía vivo y resistiendo.
Es verdad también que se incrementaron las migraciones, más por problemas económicos, que por desafectos políticos, pero la historia de la humanidad ha demostrado que este proceso es tan natural como la vida.
Nos acecharon males como el proxenetismo y la prostitución, algunos se corrompieron y engañaron al pueblo, pero los verdaderos cubanos, los dignos, siguieron resistiendo.
Cuba hoy no es la misma, su brújula ha dado algunas vueltas y tras su historia ha indicado diferentes caminos, pero el que se sabe cubano a ultranza sigue aquí y allá, sabe polemizar cuando algo no anda bien o no entiende algunas posiciones, mas asumen el reto de actualizarse y cambiar para salvar más que todo nuestra cubanía y sus logros.
Cuba es su gente, su lengua, sus tradiciones, su carácter cotidiano para enfrentar la vida; un mosaico de identidad formada por las culturas indígenas, españolas, africanas, chinas y de muchos otros rincones de la Tierra.
El criollo que hoy camina las calles es duro como la Palma Real, puro como nuestro cielo, gentil como nuestra caña de azúcar y fuerte como el Sol que cada día le azota, cuando decide emprender otra jornada.

Por Darletis Leyva González

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