viernes, 5 de junio de 2015

Adiós a una maestra de generaciones de tuneros


 Ondina, falleció este 4 de junio...

Ondina Verdecie Pérez fue mi primera maestra. Ella me impartió clases de prescolar en un pequeño local de la calle Ramón Ortuño, entre la calle Martí y la Cucalambé, en esta ciudad de Las Tunas.
Carlos Juan Finlay se nombraba esa aulita a la que asistimos muchas niñas y niños allá por los finales de la década de 1970.
Recuerdo ahora el acogedor lugar, muy limpio, bien decorado, con láminas, adornos manuales, rodeado de plantas y a mi maestra…siempre elegante, activa en los juegos, en las clases, ensayando coros, formando una banda rítmica, insistiendo en que mejoráramos los trazos, en que identificáramos los colores y las formas de las figuras geométricas, en fin.
Mi maestra Ondina tenía una limitación física. Nació con un problema en una pierna que le dificulta el andar. Pero eso nunca fue un impedimento. Con su ejemplo nos inculcó la puntualidad, el amor a la patria, fomentó valores, la disciplina y el deseo de aprender.
Todas las memorias de mi etapa prescolar y de mi primera maestra son lindas y las guardo no solo en fotos, de mi maestra Ondina y el resto de mis compañeros de estudio, convertidos ahora en auxiliares pedagógicos, informáticos, médicos, ingenieros, trabajadores de la gastronomía, un policía y obreros que se desempeñan en los más diversos oficios. Gracias a la Maestra Ondina.
Cada uno agradecido, sin dudas, por la gran artífice en el inicio de nuestras vidas, la segunda madre, como decimos acá, la que con el mismo rigor nos educó y estimuló las ganas de aprender para llegar a ser personas íntegras en el futuro.
Ser maestra exige un sacrificio enorme, con vocación no basta. Y todo, lo tenía Ondina…alta dosis de amor, de entrega. Para eso nació, y por ello después de tantos años ejerciendo el magisterio merece respeto y agradecimiento eterno de quienes la conocieron.

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