sábado, 23 de agosto de 2014

El privilegio de ser su nieta



Como un valioso recuerdo atesora María Cristina González Tristá los reconocimientos que le otorgaron en la Federación de Mujeres Cubanas por ser Abuela Destacada.

Ella, a quien todos conocen como La Niña, NO es una mujer de avanzada en el campo de la ciencia y la técnica, de la producción y los servicios, ni sobresale en el campo de la cultura o el deporte.  

A pie de obra en su hogar de la calle Ramón Ortuño 179, lleva a cabo su misión de velar por los suyos, como seguramente lo han hecho, desde el anonimato, tantas féminas herederas de la estirpe de Mariana, Brígida, Celia, Vilma…

Con sus 84 años a cuesta, se sabe importante desde su noble y humilde tarea, a veces poco reconocida, pero siempre valiosa.

Así en uno de los diplomas que conserva cual tesoro, se expone: Por el importante papel que viene desempeñando al permitir con su abnegada labor en los quehaceres domésticos y el cuidado de los nietos, la incorporación de sus hijos al trabajo socialmente útil.

Y es que esta abuela tunera ha contribuido a encaminar a hijos, nietos y también a muchos vecinos con su ejemplo solidario, su humildad, su jovialidad y esa manera especial de ser con la cual se gana el cariño de quienes la conocen.

Sin adornos ni rimbombancias en el decir, La Niña se muestra dispuesta a continuar dando su aporte  hasta donde sus fuerzas y salud se lo permitan, pues como muchas cubanas de estos tiempos enfrenta carencias, necesidades, achaques y enfermedades.

No obstante, el amor deviene fórmula para salir adelante y sortear los obstáculos que impone el diario quehacer.

De eso tengo suficientes pruebas, porque la vida me dio el dulce y maravilloso privilegio de ser su nieta.

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