Como un valioso recuerdo atesora María Cristina
González Tristá los reconocimientos que le otorgaron en la Federación de Mujeres
Cubanas por ser Abuela Destacada.
Ella, a quien todos conocen como La Niña, NO es una mujer de
avanzada en el campo de la ciencia y la técnica, de la producción y los
servicios, ni sobresale en el campo de la cultura o el deporte.
A pie de obra en su hogar de la calle Ramón Ortuño
179, lleva a cabo su misión de velar por los suyos, como seguramente lo han
hecho, desde el anonimato, tantas féminas herederas de la estirpe de Mariana,
Brígida, Celia, Vilma…
Con sus 84 años a cuesta, se sabe importante desde
su noble y humilde tarea, a veces poco reconocida, pero siempre valiosa.
Así en uno de los diplomas que conserva cual tesoro,
se expone: Por el importante papel que viene desempeñando al permitir con su
abnegada labor en los quehaceres domésticos y el cuidado de los nietos, la
incorporación de sus hijos al trabajo socialmente útil.
Y es que esta abuela tunera ha contribuido a
encaminar a hijos, nietos y también a muchos vecinos con su ejemplo solidario,
su humildad, su jovialidad y esa manera especial de ser con la cual se gana el
cariño de quienes la conocen.
Sin adornos ni rimbombancias en el decir, La Niña se muestra dispuesta a
continuar dando su aporte hasta donde
sus fuerzas y salud se lo permitan, pues como muchas cubanas de estos tiempos
enfrenta carencias, necesidades, achaques y enfermedades.
No obstante, el amor deviene fórmula para salir
adelante y sortear los obstáculos que impone el diario quehacer.
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