miércoles, 6 de febrero de 2013
La magia de las palabras
Desde pequeña siempre escuché hablar acerca de frases que se consideran “mágicas”, incluso, recuerdo algunos cuentos y dibujos animados infantiles que trataban sobre el tema.
De tal modo muchos suelen calificar a aquellos términos del español que de tan solo mencionarlos atraen la atención, facilitan el diálogo y ofrecen muy buena opinión de quienes los emplean.
Un ejemplo al respecto en nuestro idioma es permiso, cuyo significado alude a una licencia para hacer o decir algo. Se utiliza entonces como una fórmula cortés en caso de solicitar autorización para entrar o salir de un lugar, interrumpir una conversación, etcétera.
Otra de las expresiones que también clasifica en este grupo es por favor, la cual se refiere a la ayuda que se le concede a alguien. Denota además cortesía cuando se usa para formular una petición y es ahí donde radica su especial hechizo.
Voces como las mencionadas anteriormente tienen el poder de enriquecer el diálogo y hacer que este sea más ameno, independientemente de que ciertas personas consideren que en la actualidad su verdadera categoría se ajusta a la de “olvidadas” porque están casi ausentes en las conversaciones habituales.
Sin embargo, a ellas bien vale acudir y agregarles la distinción de maravillosas o estupendas atendiendo a las reacciones que provocan en los interlocutores que nunca se resisten ante el encanto de vocablos como gracias, modo de respuesta ante un beneficio recibido, en correspondencia con una atención que se nos dispensa.
Asimismo, disculpa es la razón que se da para excusar una determinada acción, y el perdón, se pide como amparo ante algo que se dice o se hace, suponiendo que es inapropiado.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) los significados de ambos vocablos son muy similares; no obstante algunos prefieren decir discúlpame y no perdóname ya que suponen, equivocadamente, que esta última variante implica una humillación.
Aunque son conocidas diversas palabras mágicas o voces supersticiosas, entre ellas las utilizadas en las historias fantasiosas de conjuros y hechicerías: Abracadabra, ábrete sésamo y otras que la mayoría de las veces no tienen ningún sentido; en la práctica resultan más eficaces perdón, permiso, por favor, disculpa y gracias…
Es suficiente pronunciarlas y son disímiles las cosas que se logran, pues su magia radica en la fuerza que tienen para establecer una adecuada comunicación. Razón que convence para retomar su uso y restituirles su gran valor en el habla.
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