sábado, 28 de enero de 2017

Tuneros centenarios


Cada vez se hace más frecuente escuchar de tuneros y tuneras que sobrepasan los cien años de edad. Este 27 de enero llegó a 102 enero Consuelo Vitalia Iglesias Salcedo, quien  se considera una persona privilegiada, y no es para menos.
Con  vocación por el magisterio se hizo alfabetizadora y creó la primera academia de corte y costura en Las Tunas, que bautizó con el nombre de Mariana Grajales.
Consuelo más que feliz, dice No tener motivos para quejarse. Ella tiene el clásico rostro de las abuelitas de los cuentos infantiles. Mirada azul y una sonrisa de gente buena.  Ahora se siente agradecida con la vida. Reconfortada porque es bien atendida por su hija, nieta y bisnieta en el calor familiar. Motivos suficientes para cada tarde salir al portal de su casa sita en Vicente García número 24, para desde su sillón celebrar satisfecha su longevidad.
 
 


 


Pero en Jobabo, a otro tunero le sobran razones para dar gracias a la vida por haberle permitido vivir nada más y nada menos que 115 años. Comparto con ustedes sus experiencias mediante la colaboración del periodista  Julián velázquez publicada en el sitio www.tiempo21.cu.
 


Juan Ramírez, el tunero de mayor edad (Foto del autor)
(Foto del autor)
Las Tunas.- Juan Ramírez Hernández cumplió 115 años de edad. Antes de irse de celebración, dejó su cama tendida, se bañó, se vistió, hizo ejercicio y hasta rezó un Padre Nuestro.
Tita, como lo llaman de cariño, nació el 26 de enero de 1902. Según datos del Registro Civil, es el tunero vivo de mayor edad.
«Aún recuerdo perfectamente mis tiempos mozos en mi pueblo natal, Palma Soriano, los oficios que desempeñé en el campo para poder criar a mis hijos en el Nueve de Jobabo, hasta los buenos momentos de joven enamorado con las haitianas más lindas de la zona», así con una jocosidad nos cuenta Juan.
Pese a que necesita un andador para desplazarse con seguridad, con voz fuerte este tunero narra las vicisitudes que vivió junto a sus 13 hijos antes de 1959.
«Pasamos mucho trabajo y hambre, en tiempos de sequía nadie se preocupaba que los campesinos no tuviéramos nada que comer, yo gracias a la chiva Madama le podía dar leche a mis hijos más chiquitos.
«Siempre trabaje en el conuco y sembré viandas y hortalizas y en tiempos de escasez las compartía con los más necesitados».
Juan nació en Palma Soriano (Santiago de Cuba), hijo de un recolector de café a cargo de su mujer y 25 hijos. Luego de contraer nupcias con su primera esposa se trasladó para el sur de la actual provincia de Las Tunas y allí tuvo 13 hijos, y disfruta la compañía de 39 nietos, 55 bisnietos y 15 tataranietos.
Su avanzada edad no le impide recordar hasta los tataranietos, a quienes carga en sus piernas y los besa con todo el cariño y amor de abuelo.
«Comer bien, dormir y tener tranquilidad espiritual», respondió como el mejor secreto de su longevidad. Juan tiene dificultades para oír, pero sólo toma un medicamento por día para la circulación.

Juan y el cariño de su familia

A su nieta Marenia Rojas Ramírez, Juan le pide que le cocine su desayuno preferido fufú de plátano burro con chicharrones, otras veces se antoja de leche caliente.
«Mi abuelo es todo un amor, no tiene distinción, muchas veces nosotros le pedimos que nos cuenta algo de su pasado. Cuando va un rato de la historia, se detiene y nos regala una décima cantada», indica Marenia.
Para sus hijos es una bendición disfrutar de la compañía de Juan.
«Él come de todo. A pesar de su edad, es una persona muy independiente: se baña solo, se viste y hace los ejercicios de terapia.
«Siempre está contento y es obediente. A veces yo me pongo a pensar en el día en que ya no lo tengamos y se me entristece el alma. Él es mi madre y mi padre, porque de pequeña quede huérfana de madre, ella falleció en el parto y él se hizo cargo solo de sus 13 hijos», explicó Laudencia Ramírez, la hija menor de Juan.
Ramón Ramírez, su hijo mayor, reconoció «papá trabajó en el campo hasta los 100 años. Él se sentaba en un banquito de madera y con un azadón limpiaba todo el batey y nunca se quejó de un dolor. De allí se abastecía toda la familia».

Una fiesta para todos

Al cumpleaños 115 de Juan Ramírez, no solo asistieron sus familiares, sino la comunidad, autoridades de los Ministerios del Trabajo y Salud Pública, que acudieron a reciprocar el amor que brinda a su gente.
«Juan sabe que lo queremos y lo admiramos de todo corazón. Es una responsabilidad dar a conocer a todos las experiencias de este hombre que es un evangelio vivo», comentó la psicóloga Xiomara Mercantente, copresentadora del programa de Radio Victoria, Por una vida mejor, que cada semana dedica una hora a dialogar sobre las personas de la tercera edad.
Juan Ramírez, el tunero de mayor edad (Foto del autor)
Un equipo de especialistas visitan con frecuencia a los centenarios de Las Tunas para una atención diferenciada. (Foto del autor)
«Llegamos hasta aquí en compañía de un equipo de especialistas para atender a Juan. Sabíamos que tenía dificultades para caminar solo y le trajimos un andador nuevo, y para mejorar su audición nada mejor que un amplificador para su oído. Todo esto es gratis, porque aquí es una prioridad la atención al adulto mayor».
Para la doctora Yiusel Cutiño Pavón, jefa de la sección provincial de atención al Adulto Mayor, que Juan llegara a los 115 años es un logro de la salud pública cubana y demuestra como su familia también ha contribuido a ello.
«En la provincia de Las Tunas hay más de 98 mil personas con 60 años o más, una situación que llama la atención del sistema de salud, que enfoca sus esfuerzos en el cuidado del adulto mayor como una de las estrategias para hacer frente al envejecimiento poblacional».
La funcionaria destacó que, de ese total, 155 son longevos; o sea, sobrepasan los 100 años de edad, y mencionó a Petronila Ernat Vázquez, quien con 113 años fue considerada la persona más longeva de Cuba.
«Para lograr la calidad de vida ante el envejecimiento poblacional se acometen mejorías en la infraestructura y el mobiliario de los nueve hogares de ancianos y las ocho casas de abuelos que existen en el territorio.
«También se trabaja por fomentar el vínculo de la familia con los diferentes sectores que involucran a la ancianidad de Las Tunas en actividades que potencian sus capacidades cognitivas y físicas, como una manera de propiciarles una vida activa y el respeto a sus criterios», detalló Cutiño Pavón.

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