Cuando yo era niña, disfrutaba de los juegos con otras niñas cercanas a la casa de mi abuela. Tardes prolongadas en el patio mientras hacíamos de enfermeras, maestras, amas de casa...
En esa inocencia y armonía fuimos creciendo mi hermana y yo, siempre bajo la mirada atenta de los mayores. Sin darnos casi cuenta el tiempo pasó y lo que ayer era un juego hoy es cosa seria, entre tareas, responsabilidades, hijos y trabajos.
La vida es así; pero siempre deja la satisfacción de los recuerdos. Buenos momentos que atesoramos y que devienen denominador común de aquellos que fuimos niños y conservamos con nostalgia esas vivencias.
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