Miguel Díaz Nápoles
migueldn@rvictoria.icrt.cu
La ciudad de Puerto Padre fue fundada en 1851, época en que la región tenía su desenvolvimiento y riqueza de los ingenios.
Existe una leyenda sobre el origen de su nombre vinculada con el gran Almirante Cristóbal Colón,
cuando al navegar por aguas cercanas al sitio, un marinero, deslumbrado
por la belleza que la naturaleza desplegaba ante sus ojos, le dijo a un
sacerdote: ¡Qué puerto, padre!. Sin embargo, los historiadores aseguran
que en las carabelas no viajaba ningún cura.
Otra
hipótesis sobre el nombre de la localidad está en el naufragio de un
padre en las costas de la bahía, o la polémica idea de que el nombre
deriva de San Salvador, primer sitio visitado por el Almirante en Cuba.
En
1898, durante la intervención americana que se estableció al cesar
España en su dominio, el gobernador militar norteamericano del distrito
de Holguín, en atención al número de sus habitantes y la magnífica
posición geográfica y estratégica de la bahía, creó su ayuntamiento,
habilitó su puerto para la importación y exportación con aduana, correos
y demás servicios públicos de administración.
La Villa Azul de
los Molinos, como se le conoce a Puerto Padre, se destaca por su
producción agropecuaria, el turismo y sus arraigos culturales y el
epíteto está motivado quizás por la azulada tonalidad de su mar y de su
cielo y en virtud del gran número de esos aparatos de viento que
funcionaban en la comarca y su economía de Puerto Padre se basa en la
agricultura destinada a apoyar las producciones de la industria
azucarera y sus derivados, principalmente.
El máximo exponente de
la industria es el central Antonio Guiteras, enclavado en la localidad
de Delicias, mayor productor de azúcar crudo del país.
El
patrimonio del municipio cuenta con una importante colección de piezas
aborígenes, entre las más valiosas del país. Esas piezas denotan la
cultura material y espiritual de estos aborígenes.
Tierra rica en
cultura y tradiciones, hoy Puerto Padre mantiene su historia por la
entereza de sus hijos, que no descansan en el afán de desarrollo en
todos los campos del saber humano, y cada día se refuerza más su
sobrenombre de Villa Azul de los Molinos.
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