La
navidad, si bien en Cuba nunca fue ignorada, no es menos cierto que la
costumbre de celebrar este acontecimiento se apagó un tanto en el ámbito
social; pero en los últimos tiempos se ha revitalizado y adquiere cada
vez mayor significación.
Por ello es mucho más frecuente
encontrar las vidrieras de los comercios adornadas con objetos
alegóricos a esta época hermosa, en la cual todo cambia de una manera u
otra, incluso el clima, para identificarnos con un ambiente refrescante,
alegre y esperanzador.
Las fiestas navideñas coinciden con los
días finales de diciembre, tiempo en el que ya es tradicional compartir
con familiares y amigos, intercambiar con los compañeros de trabajo,
hacer regalos y comunicarles a quienes encontramos a nuestro paso los
deseos de felicidad y prosperidad en el nuevo calendario que ya toca a
las puertas.
También esta fecha es propicia para decorar los
hogares con luces multicolores, armar el arbolito, cenar en familia y
descubrir cuánto hemos avanzado y qué falta por hacer con relación a los
proyectos personales y colectivos.
Para los creyentes es este un
momento maravilloso, que no se circunscribe solo al árbol, los adornos
ni los regalos; se descubre el misterio del nacimiento de Jesús en un
pesebre, la sorpresa de los pastores cuando se les apareció un ángel
anunciándoles al Niño Dios y luego la llegada de los tres Reyes Magos
que divisaron la estrella que les sirvió de guía para ese encuentro
extraordinario.
Celebrar la navidad es un acontecimiento sencillo
y a la vez profundo. Se trata entonces de descubrir lo bueno que hay en
cada uno de nosotros para ponerlo en función de los demás, transmitir a
todos un mensaje de amor, replantearnos nuevas metas y buscar caminos
de reconciliación, perdón y gratitud.
Muy complejo resultará a
veces entendernos con quienes tenemos serias discrepancias, con los que
nos han ofendido o maltratado. Sin embargo, puede ser este un buen
pretexto para llegar a un entendimiento, obviar desacuerdos y conciliar
la paz, sea en el hogar o en medio de la sociedad.
La oportunidad
que nos brinda este período, que para algunos resulta tan corto,
deviene punto de partida para tomar un rumbo distinto en nuestras vidas,
para que el respeto entre los seres humanos sea signo de armonía y
resulte una buena noticia como lo fue, en aquel lugar lejano conocido
por Belén, la llegada de un pequeño cuyo propósito es salvar al mundo.
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