Celebrar la Nochebuena deviene para los creyentes y
muchos ateos acontecimiento familiar, en el cual se incluye la comida con
puerco asado y otros platos tradicionales, el brindis y diversas iniciativas
que van desde intercambios de regalos hasta serenatas a los amigos.
El 24 de diciembre se festeja así el nacimiento del Niño Jesús
en un portal de Belén, se cantan villancicos
y se comparte en un ambiente alegre en vísperas de la Navidad, momento en el
cual lo más importante de estas costumbres no es sólo su aspecto exterior, sino
su significado interior que invita a comprometerse con una visión de sencillez
y humildad con el prójimo.
La Cena de Nochebuena se trata que sea especial y distinta
a la de todos los días, a pesar de limitaciones materiales, pues se celebra la
llegada del Hijo de Dios, mediante una práctica que nació en Europa para
simbolizar la abundancia espiritual que Cristo regala con su presencia.
En varios países de Latinoamérica se prepara desde días antes el
"Nacimiento" o representación en figurillas con San José,
La Virgen María, los Reyes Magos,
los animalitos y los pastores que forman
parte de un árbol navideño decorado con
bolas, guirnaldas y luces de colores.
Aunque las versiones sean diferentes, según el estilo de
quien la ejecute, el motivo de inspiración siempre será esa emoción que se
cuela muy dentro de cada persona una vez que se anuncia la buena noticia del
nacimiento de Jesús, como una oportunidad para cambiar y ser mejores.
La importancia de
la Nochebuena es celebrar sin preocuparnos tanto por los adornos de la casa
cuando lo importante es preparar el pesebre del corazón y la vida, de
compartir, renovar los lazos de confraternidad y desear con sinceridad que
reine la paz y el amor entre los seres humanos.
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