miércoles, 20 de enero de 2010

El balancito de la familia


En muchísimas familias se atesoran objetos muy valiosos, no por su costo monetario, sino por su valor sentimental.
Sé de personas, por ejemplo, que guardan de generación en generación un par de aretes, un anillo, una cadena, un prendedor, e incluso, un reloj.
Las prendas se tornan con frecuencia patrimonio familiar y así consta en fotos de la abuela o el abuelo, luego en las imágenes de sus descendientes.
Poseerlas deviene un recuerdo más que una herencia porque la mayoría de las veces el precio de la pieza es ínfimo y su estado de conservación no denota belleza ni lujos.
En mi familia tenemos un balancito. Un mueble simple, ya muy deteriorado por los años y el uso; pero entrañable para nosotros desde que mi abuelo lo confeccionó para que sirviera de entretenimiento y asiento a mi mamá cuando era pequeña.
Ella fue la primera en estrenarlo, luego mi tío, quien posa inocente a través del tiempo en estas imágenes. Un poco remozado y siempre querido lo usamos también mi hermana y yo. En la actualidad lo hacen mis hijos, después…
Nadie en el hogar escapa a la tradicional fotografía junto al balancito de la familia. Esa es nuestra joya, humilde y sencilla; sin embargo nos enorgullece tenerla.

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