Se cumple un año ya de los acontecimientos que marcaron la madrugada del ocho de septiembre, cuando los fuertes vientos de Ike azotaron esta oriental provincia de Las Tunas. Entonces el nombre del poderoso huracán sonó como un terrible lamento.
Ike marcó un antes y un después para los lugareños, una experiencia primera para muchos y un recuerdo inolvidable ahora para la mayoría que solo tenía como referencia al archimencionado ciclón Flora.
Ya ningún otro fenómeno similar al que nos azotó en la madrugada del 8 de septiembre de 2008 volverá a llamarse igual. En la lista de nombres para estos eventos meteorológicos será sustituido por Isaías, según apuntaron los expertos. Pero Ike perdió su apelativo desde el mismo día en que pasó por aquí.
En cuestiones de apodos y denominaciones los cubanos dimos una muestra más de elocuencia y buen sentido del humor, aún en las situaciones más adversas.
A solo unas horas de su implacable paso, quienes conocieron de su fuerza comenzaron a llamarle EL LEÑADOR.
La denominación que surge del ingenio y la jocosidad de los habitantes de esta Isla estuvo bien justificada.
IKE causó muchos estragos en nuestra vegetación, traducido a un lenguaje popular: arrasó sin ton ni son.
Las escenas de la gran cantidad de árboles derribados por la fuerza de los vientos conmovieron a todos. Ahora vemos con nostalgia el lugar donde estuvieron y ya no están.
Por estas razones quienes fuimos testigos de los embates de Ike consideramos un poco en broma y un tanto en serio que ese huracán se convirtió para nosotros en un leñador.
Pero ante él y sus destrozos las iniciativas nunca faltaron. Para contrarrestar sus perjuicios se levantó un inmenso grupo de cubanos, tuneros, sembradores, reforestadores.
Muchos árboles resistieron la fuerza del huracán y al igual que nosotros lucharon por recuperarse y lo están logrando, al igual que nosotros.
Ahora se aprecian los retoños en unos, despuntan nuevas ramas en otros, se reponen, florecen…
Luego de un año el recuerdo de Ike perdura en las familias tuneras como el primer día; pero el panorama es diferente, claro está, porque sembramos plantas en sustitución de las ausentes. Ya los árboles nuevamente fortalecidos nos regalan sombra y frutos, en tanto vuelven a anidar en ellos las aves, que con sus trinos alegran y hacen pensar en Ike como agua pasada que, sin dudas, movió molinos y más.
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