Raúl Rojas Pérez: «Yo fui mamá una vez»
Escrito por Alina M. Lotti/CubaSí
A propósito del Día de los Padres, esta historia echa por tierra
la falsa creencia de que madre hay una sola y padre es cualquiera.
Abril Rojas Tejeda vio la luz, con ocho meses, el 13 de mayo del
2010. Cuando el padre entró a la sala del hospital para conocerla, la
esposa se la puso entre sus brazos y le dijo: «Toma, esto es tuyo». De
ese momento queda constancia en una fotografía (en la portada de CubaSí)
que ahora muestra con tremendo orgullo. La frase fue quizás premonitoria de lo que vendría en un futuro no muy lejano, pues 60 días después, Raúl Rojas Pérez, trabajador de Etecsa, de la Dirección de Comunicación Institucional, se vio rodeado de pañales, biberones y alimentos para la bebé.
Era simple, la pareja había decidido que fuera él quien asumiera el cuidado de su pequeña niña y, por lo tanto, se acogería a las facilidades que en este sentido brinda el Decreto-Ley No. 234 de 2003 de la Maternidad de las Trabajadoras*.
«Teníamos un matrimonio de más de diez años y cuando decidimos que ya íbamos a ser padres, llegó Abril. Fue mi esposa Astrid quien le puso el nombre y estuve de acuerdo porque me gusta mucho el rock and roll y, en particular, Avril Lavigne, una cantante norteamericana que interpreta ese género.
«En aquel momento ya laboraba en la Empresa y tenía menos remuneración que Astrid. Sin dudas, eso fue lo que más influyó para tomar tal determinación; estuvo clarísimo todo el tiempo, lo conversamos varias veces a partir de que ella quedó embarazada.
«Como no soy machista, le dije: “tú ganas más, tienes un trabajo que no puedes perder y yo puedo solicitar la licencia, eso es lo que vamos a hacer”. Todo fue muy fácil».
De esta forma, Raúl cuidó a su pequeña desde los tres y hasta más allá de los doce meses, pues pidió extender la licencia. Hoy Abril tiene ocho años y él cataloga aquellos tiempos como gratos y felices.
«En realidad, para mí ese Decreto-Ley fue la oportunidad de hacer algo que, de otra manera, no hubiera sido posible. Es más, te voy a ser franco: cuando conocí a mi esposa, le dije dos cosas: que no me casaría ni tendría hijos. Ese era mi pensamiento. ¡Y mira las cosas de la vida!, ya llevo casi 20 años de casado y ahí está nuestra niña.
«En ese tiempo yo fui mamá. Muchas veces mi esposa siente que no tuvo esa posibilidad, pues a los tres meses se incorporó al trabajo, ella sabe que le faltó eso. Yo, en cambio, estoy muy agradecido de haber tenido esa niñita entre mis brazos, de hacer las funciones que quizás, por naturaleza propia, le hubiera tocado a ella.
«A partir de esa etapa de mi vida veo a las mujeres de otra manera, me di cuenta de que son seres especiales. A un niño hay que dedicarle todo el tiempo, las 24 horas del día. Abril no era muy tranquila, se despertaba cada tres horas durante la madrugada, pero, a decir verdad, mi esposa también se levantaba. En ese año yo atendí a la niña en todo lo necesario, lo único es que no la bañaba. Astrid lo hacía, con tremenda facilidad, cuando llegaba del trabajo.
«Con Abril lo que más me gustaba era jugar, ver la curiosidad que tenía por los objetos. En esa etapa todo les llama la atención: ven un lápiz, por ejemplo, y no saben si está frío, caliente, tocan las cosas para aprender, se las colocan en la boca. ¡Fueron momentos lindísimos!»
Eres profesional, ¿no te lamentas por haber estado ausente todo ese tiempo de tu trabajo?
«Lo volvería a hacer otra vez. De hecho, hay ocasiones en que extraño ese período que viví. Al comienzo, a los dos o tres primeros días de cuidar a la niña, pensé: “me espera un largo año”. Después deseaba estar junto a ella otro añito más».
¿Qué dijo primero: mamá o papá?
«Yo le repetía varias veces la palabra mamá, porque quería que eso fuera lo primero que ella dijera; sin embargo, sucedió algo gracioso. En realidad, lo hizo, pero así me nombraba a mí. Entonces yo le decía: “Abril... yo no soy tu mamá”».
En la actualidad, ¿qué le dijeras a un hombre que esté en una situación similar a la que tú viviste?
«Hace poco estuve leyendo en la prensa que desde la aprobación del Decreto-Ley muy pocos hombres se han acogido a este, y de esos conozco a tres, es decir, a dos amigos míos, también de Etecsa y, por supuesto, yo. Considero que es una buena experiencia. Hacia un hijo uno siente un sentimiento indescriptible, por eso ese tiempo de cuidado es muy valioso. Lo otro es que entiendes un poco más a las mujeres y los sacrificios por los que pasan para tener niños. A esos hombres les dijera, además, que no desaprovechen la oportunidad; quien deba hacerlo, que lo haga sin temor alguno, porque va a vivir momentos muy bonitos e inolvidables».
*La normativa contribuye a propiciar la responsabilidad compartida de la madre y el padre en el cuidado y atención de los hijos y la del padre, en particular, en caso de fallecimiento de la madre.
Astrid, Abril y Raúl: Una familia construida con amor.
Ellas, en todo momento presentes.