Dicen que las despedidas siempre son tristes; pero esta no. Cuando en la mañana de este 25 de agosto los católicos de la vicaría tunera nos reunimos en la Santa Misa para dar un hasta luego al Cristo Crucificado que por 74 años nos acompañó en el altar, experimentamos muchos sentimientos… ninguno tuvo que ver con la tristeza y sí con el sano orgullo, la alegría y el gozo de saber que la partida está más que justificada:
El
Crucifijo del presbiterio del Templo Parroquial Mayor de San Jerónimo estará en
el Altar de la Misa Papal
que presidirá Su Santidad, el Papa Francisco, en Holguín el próximo 21 de
septiembre.
Historia,
cultura y religiosidad se dieron la mano en ocasión de una singular despedida para
pasear por los orígenes de esta iconografía, conocer de su autora, Cruz Medina
de Sánchez, quien también creó el escudo de esta ciudad, la imagen de La Dolorosa (hoy
desaparecida) y del Cristo, réplica del original, que está emplazado
actualmente en la Sacristía
de la Basílica Menor
y Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, en Santiago de Cuba.
Razones
suficientes para sentirnos honrados, tal y como expresó el P. Ángel Andrés
González en su homilía, porque la obra deviene patrimonio de este pueblo y
constituye una de las piezas escultóricas más antiguas de la región.
Sin
embargo, aclaró nuestro sacerdote, no solo se distingue la figura de la Cruz desde el punto de vista
material, sino también porque en ella se resume el sentir de muchos, los
sueños, aspiraciones, penas, alegrías y esperanzas de antiguas y presentes
generaciones.
El Cristo
Crucificado es un testigo más del tiempo, en el cual estará representada Las
Tunas, mientras se realice la Misa Papal,
en Holguín y se haga efectivo este bonito signo de comunión entre quienes
habitamos este terruño.
Por eso es que ahora orgullosos y alegres solo le
decimos a nuestro Cristo Crucificado un “Hasta luego”.
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