Yenima Díaz Velázquez
Publicado en el sitio digital Tiempo21
La familia es un bien precioso, el mejor de cuantos hay porque vale
más que el oro y que todo el dinero del mundo. Bien lo saben dos niños
de la provincia de Las Tunas: José
Alberto y Amanda María Utra Higuera, hermanos que desbordan simpatía y
que demuestran con su actuar que una familia unida puede existir aunque
varias generaciones convivan juntas.
Comparten hogar con sus abuelos y padres y cada día
aprenden algo nuevo que les sirve para el futuro porque la familia es el
mejor lugar para crecer.
Dice Jose, así, sin tilde, como le llaman, que “la
familia para mí es muy importante porque entre todos nos podemos cuidar y
eso es posible porque nosotros vivimos juntos, mis abuelos, mis padres,
mi hermana y yo”.
Cuenta el niño de 12 años que en su casa todo funciona
bien porque “nos abrazamos, nos queremos mucho, comemos a la misma hora y
nos damos cariño. El Día de acción de gracias hacemos una comida
diferente y hasta jugamos con intercambios de regalos entre nosotros
mismos”.
Y con mucha seguridad dice que cuando crezca y forme una
familia sabrá educar a sus hijos con la misma dedicación que hoy le
profesan sus abuelos Alejandro y María Elena y sus padres Rigoberto y
Ada Cristina.
Amanda es más pequeña. Apenas cursa el quinto grado en
la Enseñanza Primaria. En cambio, es más atrevida al hablar y cada
palabra lleva una enorme carga de sentimientos.
“Para mí, la familia es mi vida y el centro de mi
corazón porque me aman, me quieren, siempre están atentos a mí, y más
cuando estoy enferma”.
Asegura que para que una familia sea feliz nada tiene
que ver que haya abuelos, padres y nietos y ejemplifica su actuar cada
día. “Yo a mi abuela la abrazo todo el tiempo, la ayudo a hacer las
cosas de la casa y le doy cariño, aunque mi abuelo es mi favorito, a ese
sí le hago chistes, conversamos mucho; él es muy bueno conmigo y a los
dos les digo abu”.
Antes de terminar la conversación cuenta que ama a sus
padres porque siempre la ayudan, son cariñosos y juntos todos se
comportan bien, ayudándose en los problemas de los demás hasta el límite
o más allá del límite.
Los niños tuneros José Alberto y Amanda María tienen un
hogar y una familia que los ama, sin medidas. Llegaron al mundo como
niños deseados y con ese amor, sus padres reafirman que la familia es la
esperanza de la vida, la base de los valores y la fortaleza del futuro.
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