Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley. Así se
hace referencia en varias bibliografías a quien conocemos sencillamente como
Celia Sánchez.
Aunque decir o escuchar este extenso nombre causa cierta
extrañeza; aquellos que saben del actuar humanista y solidario de esta ejemplar
mujer hallan un inmenso sentido en tal apelativo. Quizás coincidencia; pero los
desamparados fueron su razón de vivir. Precisamente ella luchó por los que nada
tenían, por ellos los desvelos, las preocupaciones y la ayuda incondicional.
Celia, desde su niñez aprendió a que el Maestro era el
guía, el autor intelectual de una hazaña que nació en la mañana de la Santa Ana e inspiró a
una nueva hornada de soñadores.
Su pasión por José Martí la demostró cuando escaló la
cima del Turquino para colocar allí, en lo más alto de Cuba, el busto de bronce
del Apóstol. Y fue en aquel simbólico lugar donde colocaron este pensamiento de
José Martí:
"Escasos como los montes, son los hombres que saben
mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad."
Y es que ella amaba la patria, las historias que le
contó su padre, los campos, los mares, a su pueblo.
No recuerdo su voz e imagen en actos públicos, solo sé
que evadía las fotos, y prefería pasar inadvertida. Sin embargo siempre la
supimos ahí, en el justo lugar que hacía falta; solícita, dulce y recta:
apoyando a los expedicionarios del Granma y sus acciones guerrilleras en los
primeros días de las luchas en la Sierra Maestra, sus iniciativas en importante rol
al frente del Pelotón Femenino Mariana Grajales.
Ella dio apoyo a infinidad de tareas, como instalaciones
de fábricas, talleres y otras muchas obras imposibles de enumerar. Atendió y
logró ver las obras del Parque Lenin. Fue una incansable colaboradora con el pueblo
de Viet Nam. Trabajó con pasión por la ayuda internacionalista a Angola,
Etiopía y otros pueblos hermanos. Cuidó con celo el archivo de la guerra, desde
los primeros documentos de Fidel hasta los de sus colaboradores y demás
combatientes y lo enriqueció con la recuperación de valiosos testimonios.
Motivos para recordarla cada 11 de enero y hacer más
cercana "su presencia tierna y sensible, exigente y rigurosa, apasionada y
humana, modesta y dulce Hermosa y autóctona flor de la Revolución" como
la definiera Armando Hart Dávalos.
Y así continúa Celia Esther de los Desamparados Sánchez
Manduley dejando huellas con esa imagen eterna de una mariposa blanca adornando
su cabello, irradiando luz con admirable sencillez.
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