sábado, 11 de enero de 2014

Celia: grandeza y sencillez



Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley. Así se hace referencia en varias bibliografías a quien conocemos sencillamente como Celia Sánchez.
Aunque decir o escuchar este extenso nombre causa cierta extrañeza; aquellos que saben del actuar humanista y solidario de esta ejemplar mujer hallan un inmenso sentido en tal apelativo. Quizás coincidencia; pero los desamparados fueron su razón de vivir. Precisamente ella luchó por los que nada tenían, por ellos los desvelos, las preocupaciones y la ayuda incondicional.
Celia, desde su niñez aprendió a que el Maestro era el guía, el autor intelectual de una hazaña que nació en la mañana de la Santa Ana e inspiró a una nueva hornada de soñadores.
Su pasión por José Martí la demostró cuando escaló la cima del Turquino para colocar allí, en lo más alto de Cuba, el busto de bronce del Apóstol. Y fue en aquel simbólico lugar donde colocaron este pensamiento de José Martí:
"Escasos como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad."
Y es que ella amaba la patria, las historias que le contó su padre, los campos, los mares, a su pueblo.
No recuerdo su voz e imagen en actos públicos, solo sé que evadía las fotos, y prefería pasar inadvertida. Sin embargo siempre la supimos ahí, en el justo lugar que hacía falta; solícita, dulce y recta: apoyando a los expedicionarios del Granma y sus acciones guerrilleras en los primeros días de las luchas en la Sierra Maestra, sus iniciativas en importante rol al frente del Pelotón Femenino Mariana Grajales.
Ella dio apoyo a infinidad de tareas, como instalaciones de fábricas, talleres y otras muchas obras imposibles de enumerar. Atendió y logró ver las obras del Parque Lenin. Fue una incansable colaboradora con el pueblo de Viet Nam. Trabajó con pasión por la ayuda internacionalista a Angola, Etiopía y otros pueblos hermanos. Cuidó con celo el archivo de la guerra, desde los primeros documentos de Fidel hasta los de sus colaboradores y demás combatientes y lo enriqueció con la recuperación de valiosos testimonios.
Motivos para recordarla cada 11 de enero y hacer más cercana "su presencia tierna y sensible, exigente y rigurosa, apasionada y humana, modesta y dulce Hermosa y autóctona flor de la Revolución" como la definiera Armando Hart Dávalos.
Y así continúa Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley dejando huellas con esa imagen eterna de una mariposa blanca adornando su cabello, irradiando luz con admirable sencillez.

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