Algunos miembros de las Familias Tuneras han tenido vínculo con esta mujer que mi colega Zenia Camejo retrata en las siguientes líneas y por eso quiero compartir su escrito con ustedes.
Tomado de Tiempo21.
Desde hace 34 años la profesora de Química Yolanda Peña Acosta imparte clases de esa bella ciencia a las generaciones de tuneros que desde el año 1985 han estudiado en el Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas Luis Urquiza Jorge, de esta ciudad.
Con una vasta experiencia y múltiples reconocimientos a su labor esta sencilla y sonriente mujer, quien hoy es Doctora en Ciencias de la Educación, considera que haber seleccionado la profesión de enseñar ha sido su mejor decisión en la vida.
Querida por sus compañeros de trabajo, a quienes ayuda en los ámbitos profesional y personal, esta excelente educadora ratifica que ser maestro es algo digno, hermoso, pero sobre todo, muy sacrificado.
“Aunque a muchos les parezca que ser profesor es algo ingrato a veces, yo pienso que nuestra obra perdura, y los estudiantes que pasan por nuestras aulas nos recuerdan siempre, y no hay evidencia mayor que cuando una va por la calle y alguien que ya no recuerdas te dice, profe, con usted yo aprendí Química de verdad, es algo que emociona grandemente.
“Yo particularmente me siento gratificada además cuando veo en el potencial científico de nuestro país, dígase en algún centro de investigación, dentro o fuera de Cuba, algún joven que ha salido de esta escuela, y que yo con mis modestos conocimientos he contribuimos a su formación”.
El diálogo fluye junto a Yolanda quien atesora múltiples anécdotas desde sus inicios, sin embargo sus palabras están cargadas de aliento para quienes han decidido ser maestros en momentos en que es tan decisivo enseñar las diferentes materias, como preparar al hombre para la vida.
“Ser maestro significa consagración, entrega cotidiana, estudiar constantemente, porque un maestro de vocación no tiene descanso, pues las 24 horas del día está pensando en qué medios de enseñanza va a utilizar, cómo atenderá las diferencias individuales, cómo va a motivar a los alumnos al llegar al aula, es algo apasionante, que te toma la vida entera.”
Así transcurre la existencia de Yolanda, quien desde horas tempranas de la mañana está rodeada de alumnos de su escuela, en esta ciudad, donde imparte clases de Química, y donde sueña cómo ser cada día mejor profesora y mejor ser humano, porque ella, como muchos, dice que enseñar es su recompensa.
Con una vasta experiencia y múltiples reconocimientos a su labor esta sencilla y sonriente mujer, quien hoy es Doctora en Ciencias de la Educación, considera que haber seleccionado la profesión de enseñar ha sido su mejor decisión en la vida.
Querida por sus compañeros de trabajo, a quienes ayuda en los ámbitos profesional y personal, esta excelente educadora ratifica que ser maestro es algo digno, hermoso, pero sobre todo, muy sacrificado.
“Aunque a muchos les parezca que ser profesor es algo ingrato a veces, yo pienso que nuestra obra perdura, y los estudiantes que pasan por nuestras aulas nos recuerdan siempre, y no hay evidencia mayor que cuando una va por la calle y alguien que ya no recuerdas te dice, profe, con usted yo aprendí Química de verdad, es algo que emociona grandemente.
“Yo particularmente me siento gratificada además cuando veo en el potencial científico de nuestro país, dígase en algún centro de investigación, dentro o fuera de Cuba, algún joven que ha salido de esta escuela, y que yo con mis modestos conocimientos he contribuimos a su formación”.
El diálogo fluye junto a Yolanda quien atesora múltiples anécdotas desde sus inicios, sin embargo sus palabras están cargadas de aliento para quienes han decidido ser maestros en momentos en que es tan decisivo enseñar las diferentes materias, como preparar al hombre para la vida.
“Ser maestro significa consagración, entrega cotidiana, estudiar constantemente, porque un maestro de vocación no tiene descanso, pues las 24 horas del día está pensando en qué medios de enseñanza va a utilizar, cómo atenderá las diferencias individuales, cómo va a motivar a los alumnos al llegar al aula, es algo apasionante, que te toma la vida entera.”
Así transcurre la existencia de Yolanda, quien desde horas tempranas de la mañana está rodeada de alumnos de su escuela, en esta ciudad, donde imparte clases de Química, y donde sueña cómo ser cada día mejor profesora y mejor ser humano, porque ella, como muchos, dice que enseñar es su recompensa.