Con profundo dolor nuestro pueblo recibió la noticia del fallecimiento del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, en La Habana a las 11:30 de la noche de ayer 11 de septiembre, como consecuencia de un paro cardio-respiratorio.
El Comandante Almeida estuvo siempre en la primera línea de combate junto al Jefe de la Revolución, valiente, decidido y fiel hasta las últimas consecuencias.
Su especial sensibilidad humana y artística hizo posible el difícil reto de simultanear su intensa, responsable y fecunda labor como dirigente revolucionario, con una valiosa y prolija obra artística, la cual incluye más de 300 canciones y una docena de libros que constituyen un invaluable aporte al conocimiento de nuestra historia.
El nombre del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque permanecerá por siempre en el corazón y la mente de sus compatriotas, como paradigma de firmeza revolucionaria, sólidas convicciones, valentía, patriotismo y compromiso con el pueblo.
El domingo 13, entre las 8 de la mañana y las 8 de la noche en que será decretado Duelo Oficial, nuestro pueblo rendirá homenaje de reconocimiento y cariño a su memoria en el Memorial José Martí de esta capital que fue su cuna, y en el Salón de los Vitrales, en la base del monumento a Antonio Maceo de Santiago de Cuba, así como en las capitales de todas las provincias, incluyendo la Isla de la Juventud.
Síntesis de la publicación del periódico Granma
sábado, 12 de septiembre de 2009
sábado, 5 de septiembre de 2009
Recordando al leñador
Se cumple un año ya de los acontecimientos que marcaron la madrugada del ocho de septiembre, cuando los fuertes vientos de Ike azotaron esta oriental provincia de Las Tunas. Entonces el nombre del poderoso huracán sonó como un terrible lamento.
Ike marcó un antes y un después para los lugareños, una experiencia primera para muchos y un recuerdo inolvidable ahora para la mayoría que solo tenía como referencia al archimencionado ciclón Flora.
Ya ningún otro fenómeno similar al que nos azotó en la madrugada del 8 de septiembre de 2008 volverá a llamarse igual. En la lista de nombres para estos eventos meteorológicos será sustituido por Isaías, según apuntaron los expertos. Pero Ike perdió su apelativo desde el mismo día en que pasó por aquí.
En cuestiones de apodos y denominaciones los cubanos dimos una muestra más de elocuencia y buen sentido del humor, aún en las situaciones más adversas.
A solo unas horas de su implacable paso, quienes conocieron de su fuerza comenzaron a llamarle EL LEÑADOR.
La denominación que surge del ingenio y la jocosidad de los habitantes de esta Isla estuvo bien justificada.
IKE causó muchos estragos en nuestra vegetación, traducido a un lenguaje popular: arrasó sin ton ni son.
Las escenas de la gran cantidad de árboles derribados por la fuerza de los vientos conmovieron a todos. Ahora vemos con nostalgia el lugar donde estuvieron y ya no están.
Por estas razones quienes fuimos testigos de los embates de Ike consideramos un poco en broma y un tanto en serio que ese huracán se convirtió para nosotros en un leñador.
Pero ante él y sus destrozos las iniciativas nunca faltaron. Para contrarrestar sus perjuicios se levantó un inmenso grupo de cubanos, tuneros, sembradores, reforestadores.
Muchos árboles resistieron la fuerza del huracán y al igual que nosotros lucharon por recuperarse y lo están logrando, al igual que nosotros.
Ahora se aprecian los retoños en unos, despuntan nuevas ramas en otros, se reponen, florecen…
Luego de un año el recuerdo de Ike perdura en las familias tuneras como el primer día; pero el panorama es diferente, claro está, porque sembramos plantas en sustitución de las ausentes. Ya los árboles nuevamente fortalecidos nos regalan sombra y frutos, en tanto vuelven a anidar en ellos las aves, que con sus trinos alegran y hacen pensar en Ike como agua pasada que, sin dudas, movió molinos y más.
Ike marcó un antes y un después para los lugareños, una experiencia primera para muchos y un recuerdo inolvidable ahora para la mayoría que solo tenía como referencia al archimencionado ciclón Flora.
Ya ningún otro fenómeno similar al que nos azotó en la madrugada del 8 de septiembre de 2008 volverá a llamarse igual. En la lista de nombres para estos eventos meteorológicos será sustituido por Isaías, según apuntaron los expertos. Pero Ike perdió su apelativo desde el mismo día en que pasó por aquí.
En cuestiones de apodos y denominaciones los cubanos dimos una muestra más de elocuencia y buen sentido del humor, aún en las situaciones más adversas.
A solo unas horas de su implacable paso, quienes conocieron de su fuerza comenzaron a llamarle EL LEÑADOR.
La denominación que surge del ingenio y la jocosidad de los habitantes de esta Isla estuvo bien justificada.
IKE causó muchos estragos en nuestra vegetación, traducido a un lenguaje popular: arrasó sin ton ni son.
Las escenas de la gran cantidad de árboles derribados por la fuerza de los vientos conmovieron a todos. Ahora vemos con nostalgia el lugar donde estuvieron y ya no están.
Por estas razones quienes fuimos testigos de los embates de Ike consideramos un poco en broma y un tanto en serio que ese huracán se convirtió para nosotros en un leñador.
Pero ante él y sus destrozos las iniciativas nunca faltaron. Para contrarrestar sus perjuicios se levantó un inmenso grupo de cubanos, tuneros, sembradores, reforestadores.
Muchos árboles resistieron la fuerza del huracán y al igual que nosotros lucharon por recuperarse y lo están logrando, al igual que nosotros.
Ahora se aprecian los retoños en unos, despuntan nuevas ramas en otros, se reponen, florecen…
Luego de un año el recuerdo de Ike perdura en las familias tuneras como el primer día; pero el panorama es diferente, claro está, porque sembramos plantas en sustitución de las ausentes. Ya los árboles nuevamente fortalecidos nos regalan sombra y frutos, en tanto vuelven a anidar en ellos las aves, que con sus trinos alegran y hacen pensar en Ike como agua pasada que, sin dudas, movió molinos y más.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
Las Tunas a través del tiempo
Realización de Yenima Díaz Velázquez y Ada Cristina Higuera Tur.
Los años han pasado y hoy la ciudad de Las Tunas es mucho más linda. ¿Quién se atrevería a dudarlo? Sin embargo, la nostalgia por lo que no llegamos a ver se adueña del corazón de muchos jóvenes; nosotras, por ejemplo.
Encontrar, atesorar y apreciar antiguas fotografías de la ciudad que nos vio nacer fue una dicha grande para ambas. Compararlas con imágenes actuales nos hizo sentir felices pues vimos cuánto han cambiado muchos sitios.
Esta esquina es una muestra. Se ubica en el corazón de la ciudad de Las Tunas, en la intersección de las calles Francisco Vega y Colón. En una de las fotos, LA CIGÜEÑA marcó la década de los 50 del pasado siglo, mientras que el edificio VIRGILIO lucía majestuoso.
En las otras, el PIANO BAR y el HOTEL CADILLAC sobresalen entre muchas instalaciones que adornan el boulevard tunero, para bien de quienes hoy recorremos nuestras calles, adivinando sus recuerdos y anécdotas.
Encontrar, atesorar y apreciar antiguas fotografías de la ciudad que nos vio nacer fue una dicha grande para ambas. Compararlas con imágenes actuales nos hizo sentir felices pues vimos cuánto han cambiado muchos sitios.
Esta esquina es una muestra. Se ubica en el corazón de la ciudad de Las Tunas, en la intersección de las calles Francisco Vega y Colón. En una de las fotos, LA CIGÜEÑA marcó la década de los 50 del pasado siglo, mientras que el edificio VIRGILIO lucía majestuoso.
En las otras, el PIANO BAR y el HOTEL CADILLAC sobresalen entre muchas instalaciones que adornan el boulevard tunero, para bien de quienes hoy recorremos nuestras calles, adivinando sus recuerdos y anécdotas.
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