lunes, 19 de diciembre de 2016

Jornadas de receso escolar y celebraciones


escuelaLa satisfacción de haber vencido con éxito los objetivos trazados para la primera etapa del año escolar da a este lunes, entre alumnos y docentes, una alegría peculiar diferente de los anteriores, en el que la tensión de los exámenes y las calificaciones pertinentes tensaron el ambiente escolar y traían a todos con rictus de "suspenso" en las miradas.
Hoy el amanecer "sabe" distinto a todos, máxime cuando el próximo viernes comienza la semana de receso escolar, la cual se une a la clausura del homenaje por el Día del Educador, el 22 de diciembre, y la Jornada de la Victoria, donde recesan las clases hasta los inicios de enero, fecha en que los cubanos celebramos el Triunfo de la Revolución.
Aunque en no todos los grados y niveles de enseñanza terminaron las pruebas evaluativas, la mayoría ya cerró su calendario y se apresta a reordenar las actividades de manera tal que el tiempo siga a favor de la calidad de la educación, cada lugar haga lo que necesita y se disponga a disfrutar el descanso con positivo provecho.
Para las familias tuneras –y las cubanas en general- no es menos gratificante el amanecer de este lunes 19 de diciembre, pues ya tendrán en sus manos los resultados evaluativos de los hijos y pueden proyectar con mayor seguridad sus viajes de vacaciones por las fiestas navideñas y el fin de año, cuya tradición aquí inclina las preferencias a pasarlas en sus lugares de orígenes y junto a los seres queridos.
A una semana del receso escolar, en Las Tunas se vislumbra el regocijo por terminar una primera etapa de rigor y coger las necesarias vacaciones, pero lo más importante de este merecido descanso para alumnos y profesores son los indicadores de promoción obtenidos, los cuales, por sondeos aleatorios en los distintos niveles de Educación, son buenos y los esperados.
Por Graciela Guerrero Garay
Periódico 26

jueves, 15 de diciembre de 2016

Experiencia cercana a la ancianidad

Mi abuela, de 87 años de edad, me comentó que le temía al final de sus días. Durante su existencia, como ama de casa, ella se ocupó de las tareas domésticas, del cuidado y alimentación de hijos, nietos y tantos otros que encontraban en su hogar la acogida y el cariño de una persona amorosa, servicial y humilde.
Convive hasta hoy con una diabetes que la obliga a ser estricta en la dieta y, a pesar de que trata de ser disciplinada y cumple con el horario de sus medicamentos, ya sufre las consecuencias colaterales de la enfermedad como la pérdida de la visión y otros problemas renales.
Mi abuela se siente cansada, por momentos un tanto inútil y quizás por todo ello se reconoce temerosa ante la vida. Ya la vence la torpeza, ha perdido facultades y solo se esfuerza por colaborar en labores sencillas como fregar o planchar piezas pequeñas.
Bien supo de entrega incondicional, de pérdidas siempre dolorosas, de jornadas trabajosas, también de independencia y habilidad para sortear obstáculos y carencias en la cocina, donde indiscutiblemente reinó, pues ese fue «su fuerte», un lugar de entretenimiento y más que eso, su razón de ser.
Ahora dedica su tiempo a escuchar la radio, disfruta de selectos programas de televisión, toma un rato el sol, conversa… De vez en cuando una llamada telefónica para hacer saber su preocupación constante por la salud de los familiares o preguntar por los vecinos del barrio donde echó raíces.
Es extraño ver sentada a aquella que por lo general anduvo en trajines y ajetreos. Esa que tiene ahora como puesto de mando su balance y desde ahí se dedica a recordar quién sabe cuántas anécdotas del pasado, a reírse en solitario de sus renombradas ocurrencias y luego da riendas sueltas a la imaginación hacia el futuro, mientras espera…