“De todas las congojas de la vida premian los hijos buenos.”
José Martí.
Desde que mi único sobrino era pequeño siempre soñó con ser pelotero. Para que cumpliera tales propósitos lo alentábamos en el hogar, sobre todo su papá y su abuelo Alejandro de quien no solo heredó el nombre, sino también la condición de zurdo, su vocación por el deporte nacional junto a una mascota (guante) que usó en sus años mozos. Desde entonces la guardó pensando en los hijos que no llegaron porque fuimos hijas, mi hermana y yo.
Un poco más de tiempo tuvo que esperar mi papá, hasta que el 1 de noviembre de 1990 nació José Alejandro Catalá Higuera, hoy miembro del equipo provincial de béisbol de Las Tunas, formando parte del grupo de lanzadores.
Para todos en la familia fue un gran acontecimiento cuando conocimos de su inclusión, por primera vez, en la selección local.
Ahora con 19 años, que cumple el mismo día que inicia la serie nacional, lo llamarán novato, fiñe, recibirá quizás desencantos y elogios. Con los comentarios de la afición y de especialistas disfrutaremos y sufriremos los familiares, sea desde las gradas del estadio, frente a la TV o a la escucha de la transmisión de la emisora Radio Victoria que cada temporada sigue el quehacer de los representantes del territorio.
El pueblo de Cuba es conocedor de todo cuanto a pelota se refiere. Los tuneros somos fieles a nuestros Leñadores, como nombramos al seleccionado local. Por esa razón las preocupaciones se acrecientan y fervientemente deseamos que la actuación sea buena y si no es mucho pedir, la mejor.
De cualquier forma este es un sueño que, luego de tantos sacrificios, se hace realidad. No bastó el deseo ni el aliento de abuelos, padres y tíos… Para lograrlo fue necesario tiempo, esfuerzo y pasar varias etapas de su vida siempre dedicado al entrenamiento, primero en el área especial de su escuela primaria, después como alumno de la Escuela de Iniciación Deportiva y la Escuela Superior de Preparación de Atletas y por último en su carrera universitaria de Cultura Física.
Guarda mi sobrino en su haber la hazaña de 2007 cuando logró un juego perfecto como juvenil en un torneo de mayores.
En esa ocasión le dedicó el triunfo a su papá, recientemente fallecido.
Convencidos estamos en el hogar que en presentaciones futuras su primer pensamiento y deseo de ayuda será para su progenitor que ya no lo verá en el terreno, pero que sin dudas fue, igual que el abuelo, el motor impulsor y el máximo responsable de que por estos días José Alejandro vista el uniforme y sea pitcher del equipo provincial de béisbol de Las Tunas.
José Martí.
Desde que mi único sobrino era pequeño siempre soñó con ser pelotero. Para que cumpliera tales propósitos lo alentábamos en el hogar, sobre todo su papá y su abuelo Alejandro de quien no solo heredó el nombre, sino también la condición de zurdo, su vocación por el deporte nacional junto a una mascota (guante) que usó en sus años mozos. Desde entonces la guardó pensando en los hijos que no llegaron porque fuimos hijas, mi hermana y yo.
Un poco más de tiempo tuvo que esperar mi papá, hasta que el 1 de noviembre de 1990 nació José Alejandro Catalá Higuera, hoy miembro del equipo provincial de béisbol de Las Tunas, formando parte del grupo de lanzadores.
Para todos en la familia fue un gran acontecimiento cuando conocimos de su inclusión, por primera vez, en la selección local.
Ahora con 19 años, que cumple el mismo día que inicia la serie nacional, lo llamarán novato, fiñe, recibirá quizás desencantos y elogios. Con los comentarios de la afición y de especialistas disfrutaremos y sufriremos los familiares, sea desde las gradas del estadio, frente a la TV o a la escucha de la transmisión de la emisora Radio Victoria que cada temporada sigue el quehacer de los representantes del territorio.
El pueblo de Cuba es conocedor de todo cuanto a pelota se refiere. Los tuneros somos fieles a nuestros Leñadores, como nombramos al seleccionado local. Por esa razón las preocupaciones se acrecientan y fervientemente deseamos que la actuación sea buena y si no es mucho pedir, la mejor.
De cualquier forma este es un sueño que, luego de tantos sacrificios, se hace realidad. No bastó el deseo ni el aliento de abuelos, padres y tíos… Para lograrlo fue necesario tiempo, esfuerzo y pasar varias etapas de su vida siempre dedicado al entrenamiento, primero en el área especial de su escuela primaria, después como alumno de la Escuela de Iniciación Deportiva y la Escuela Superior de Preparación de Atletas y por último en su carrera universitaria de Cultura Física.
Guarda mi sobrino en su haber la hazaña de 2007 cuando logró un juego perfecto como juvenil en un torneo de mayores.
En esa ocasión le dedicó el triunfo a su papá, recientemente fallecido.
Convencidos estamos en el hogar que en presentaciones futuras su primer pensamiento y deseo de ayuda será para su progenitor que ya no lo verá en el terreno, pero que sin dudas fue, igual que el abuelo, el motor impulsor y el máximo responsable de que por estos días José Alejandro vista el uniforme y sea pitcher del equipo provincial de béisbol de Las Tunas.