Solo la muerte lo sacó de la lucha; y desde el mismo día de esa tragedia
—tan costosa para la patria, pero de la cual emergió él lleno de luz—
no ha cesado de cumplirse su profecía: su pensamiento, lejos de
desaparecer, ha seguido ganando en el valor de su claridad, y de su
ejemplo, refrendado con cada acto de su vida. Si Maquiavelo,
interpretando la política al uso, afirmó que el príncipe tiene el
corazón en los labios, Martí demostró vivir con los labios en el
corazón.
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