miércoles, 28 de octubre de 2009

Un sueño hecho realidad


“De todas las congojas de la vida premian los hijos buenos.”
José Martí.

Desde que mi único sobrino era pequeño siempre soñó con ser pelotero. Para que cumpliera tales propósitos lo alentábamos en el hogar, sobre todo su papá y su abuelo Alejandro de quien no solo heredó el nombre, sino también la condición de zurdo, su vocación por el deporte nacional junto a una mascota (guante) que usó en sus años mozos. Desde entonces la guardó pensando en los hijos que no llegaron porque fuimos hijas, mi hermana y yo.
Un poco más de tiempo tuvo que esperar mi papá, hasta que el 1 de noviembre de 1990 nació José Alejandro Catalá Higuera, hoy miembro del equipo provincial de béisbol de Las Tunas, formando parte del grupo de lanzadores.
Para todos en la familia fue un gran acontecimiento cuando conocimos de su inclusión, por primera vez, en la selección local.
Ahora con 19 años, que cumple el mismo día que inicia la serie nacional, lo llamarán novato, fiñe, recibirá quizás desencantos y elogios. Con los comentarios de la afición y de especialistas disfrutaremos y sufriremos los familiares, sea desde las gradas del estadio, frente a la TV o a la escucha de la transmisión de la emisora Radio Victoria que cada temporada sigue el quehacer de los representantes del territorio.
El pueblo de Cuba es conocedor de todo cuanto a pelota se refiere. Los tuneros somos fieles a nuestros Leñadores, como nombramos al seleccionado local. Por esa razón las preocupaciones se acrecientan y fervientemente deseamos que la actuación sea buena y si no es mucho pedir, la mejor.
De cualquier forma este es un sueño que, luego de tantos sacrificios, se hace realidad. No bastó el deseo ni el aliento de abuelos, padres y tíos… Para lograrlo fue necesario tiempo, esfuerzo y pasar varias etapas de su vida siempre dedicado al entrenamiento, primero en el área especial de su escuela primaria, después como alumno de la Escuela de Iniciación Deportiva y la Escuela Superior de Preparación de Atletas y por último en su carrera universitaria de Cultura Física.
Guarda mi sobrino en su haber la hazaña de 2007 cuando logró un juego perfecto como juvenil en un torneo de mayores.
En esa ocasión le dedicó el triunfo a su papá, recientemente fallecido.
Convencidos estamos en el hogar que en presentaciones futuras su primer pensamiento y deseo de ayuda será para su progenitor que ya no lo verá en el terreno, pero que sin dudas fue, igual que el abuelo, el motor impulsor y el máximo responsable de que por estos días José Alejandro vista el uniforme y sea pitcher del equipo provincial de béisbol de Las Tunas.

sábado, 24 de octubre de 2009

Un árabe en las familias tuneras


Por Ada Cristina Higuera Tur
y Yaimara Cruz García.
En la foto en su viaje de visita a la familia en 1998.
Durante los años 1906 y 1937 llegaron a Cuba muchos inmigrantes procedentes de Siria, Líbano y Palestina en busca de oportunidades de trabajo y motivados por la esperanza de mejorar su situación económica.
Los árabes se asentaron en diferentes regiones de nuestra Isla, preferentemente en zonas comerciales y en los pueblos con desarrollo de la industria azucarera y la actividad ganadera.
A Las Tunas llegaron también algunos, entre ellos mi vecino Fausy Abdala Mojhamed, quien nació y se crió en territorio Islámico de Jerusalén y arribó a Cuba el día 28 de enero del año 1957 por La Habana, donde tuvo un asentamiento temporal antes de marcar el definitivo rumbo hacia este terruño alentado por su tío Ibrahim Mojahamed, que era dueño de una tienda mixta en Victoria de Las Tunas nombrada por aquel entonces “Las Variedades.”
Fausy Abdala Mojhamed se casó con una tunera y formó una familia de 2 hijos, cuyos nombres Yamile y Yáser, recuerdan su país de origen. Además tiene ya 4 nietos con quienes vive en la calle Gonzalo de Quesada, entre Frank País y Lucas Ortiz.
Las fotos de su tierra remueven la nostalgia y el recuerdo de una familia con la cual mantuvo relaciones directas, pues hasta Jerusalén fue en varias ocasiones para visitarlos.
Hoy Fausy Abdala Mojhamed es parte de la gran familia tunera y es además un hombre respetado por la seriedad con que asumió su trabajo en el área de servicio del Hotel Tunas.
Con unos cuantos años a cuestas y otros tantos achaques de salud lo veíamos pasar en su bicicleta, presto a cumplir con su jornada laboral.
En su modo respetuoso y calmado sus vecinos encontramos motivos para admirarlo y acogerlo como un tunero más.

jueves, 1 de octubre de 2009

Merecido día para las abuelas y abuelos

“! Cansa tanto la vida! En la calle nos debíamos quitar el sombrero cuando pasan los ancianos.”
José Martí.
Este primero de octubre se celebra el Día Internacional de las Personas de Edad, proclamado en diciembre de 1990 como seguimiento a las iniciativas de las Naciones Unidas.
Es así como se trata de reconocer la contribución de los adultos mayores al desarrollo humano y económico, además de resaltar las oportunidades y los retos asociados al envejecimiento demográfico mundial.
Datos de la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento, revelan que el porcentaje de personas de 60 años o más en todo el mundo se duplicará y en el año 2050 igualará al de los niños.
Esta transición demográfica histórica hará que, por primera vez en la historia del hombre, los jóvenes y los viejos representen la misma proporción de la población e incluso en algunos países desarrollados, el número de personas de edad duplicará con creces al de los infantes.
Hoy para mi es un verdadero privilegio que mis abuelas estén vivas, de contar con ellas en este día para volver a escuchar por enésima vez sus historias o cualquier queja o regaño. Es bonito oirlas decir en mis tiempos esto, cuando yo era joven aquello...
Las dos están llenas de achaques, preocupaciones, refunfuñonas, olvidadizas; pero junto a nosotros.
En caracteres y estilos de vida son totalmente diferentes; sin embargo tienen en común el llevar a cuestas más de ocho décadas de existencia, lo cual les permite clasificar y con muy buen average entre las personas que conforman el numeroso grupo de adultos mayores.
Tanto para Ada como para María Cristina el llegar a la vejez supone trabajos, desvelos, alegrías, tristezas, experiencias. Representa sus propias vidas. Misión difícil que aprenden y nos enseñan a enfrentar.
Mis dos abuelas hoy forman parte de esa gran problemática que se ha dado en llamar envejecimiento poblacional, situación que entraña grandes necesidades en el proceso de transformación demográfica desde el punto de vista económico, biomédico y social.
Y es aquí, donde comienza la función de los que acumulamos menos almanaques. Nuestro hogar deviene un escenario y tal papel protagónico lo asumimos al solidarizarnos con los ancianos de nuestra familia.
Comprenderlos y ayudarlos es una tarea difícil, máxime para quienes tienen que lidiar a su vez con enfermedades y hasta con majaderías.
En mi caso lo asumo como un gesto de gratitud por el respeto que merecen mis abuelas, tanto Ada como María Cristina, a quienes les debo mi vida, las enseñanzas. A ellas les debo hasta la combinación de mis nombres.