jueves, 9 de julio de 2009

Las Tunas y sus buganvilias

Muchos de los que visitan nuestra ciudad de Las Tunas quedan impresionados con la belleza de las buganvilias.
Estas representan una verdadera gracia de la madre natura, motivo por el cual sirven de adorno en las avenidas y jardines de este terruño y constituyen hoy un rasgo distintivo para los lugareños.
Las fotografías revelan el atractivo singular de esta sencilla y hermosa planta cuyos colores llaman la atención de los transeúntes. En más de una ocasión he escuchado hacer referencia a las bellas buganvilias como elemento que distingue el paisaje de la ciudad de Las Tunas.
Así lo comentaba recientemente María Victoria Gil, popular conductora de la televisión cubana, en referencia además a los rasgos de las cantantes puertopadrenses, conocidas como las tres divas tuneras: Zoe Caneyes, Sandra Orce y Sandra Fernández.
A una la comparaba con la buganvilia blanca, a las otras con la malva y la fucsia en relación con sus caracteres y dotes interpretativas.
El nombre científico de la buganvilla es Bougainvillea glabra y entre nosotros también la conocemos popularmente como zarza. Es un arbusto trepador muy decorativo, de hojas caducas color verde, originario de las zonas tropicales de Brasil.
La buganvilia pertenece a la familia de las Nictagináceas.Sus flores son abundantes y pequeñas, por lo general amarillas, rodeadas por 3 brácteas que pueden ser de color fucsia intenso, blanco, terracota o rosado.
Así son las buganvilias o zarzas que embellecen el entorno tunero y que poco a poco van ganando espacio en la identidad de este pueblo.

sábado, 4 de julio de 2009

Las Tunas es más que un cactus

El nombre de la provincia de Las Tunas, proviene de un tipo de cactus que se le conoce vulgarmente como Tuna Brava.
Según la tradición oral, en esta zona del oriente de Cuba, se encontraba una extensa hacienda ganadera, poblada por muchas Tunas. Los comerciantes que venían hasta el lugar, tomaban los cactus como referencia y decían: Vamos hacia la hacienda de las Tunas.
Tanto se repitió la frase, que perduró en el vocabulario popular y luego quedó el topónimo de Las Tunas para identificar a esta ciudad, fundada oficialmente en 1796 y que antes se conoció con el nombre de Hato de Las Tunas (1603), San Gregorio de Las Tunas (Segunda mitad siglo XVII), Corrales de Las Tunas, Las Tunas de Bayamo (Finales del siglo XVIII), Victoria de Las Tunas (1869) y a partir de 1975 recibe el nombre actual de Las Tunas.
Con solo caminar por las calles de mi ciudad es fácil percatarse de que el cactus que da nombre a esta provincia es más que eso.
La planta xerófitas, al decir de los entendidos en la materia, conocida popularmente por tunas, es un símbolo para nosotros.
Así lo constatamos en emblemas, adornos, en el uniforme del equipo de béisbol local, en el escudo del territorio, en jardines, patios y azoteas donde también adquiere otras significaciones…
No son pocas las viviendas en las que se coloca sobre los techos o en el portal un macetero, cesto o cualquier recipiente en el cual se siembra una mata de tunas. ¿La intención? No es solo adornar o mostrar a todos el elemento que identifica a nuestro pueblo. En estos casos la tradición popular le aporta nuevos propósitos. Es un modo de demandar protección y amparo para el hogar.
A tal punto llegan los misterios y dones de una sencilla; pero resistente planta. De su fuerza y bravura tenemos constancia porque en esas peculiaridades se asemeja a los que aquí habitamos.

(Este tema responde a la sugerencia de una visitante de este blog a quien le agradezco infinitamente sus criterios).

jueves, 2 de julio de 2009

A quien sabe predicar con el ejemplo

La enseñanza ¿Quién no lo sabe? Es ante todo una obra de infinito amor.”
José Martí.

Libia Peña ya es parte de nuestra familia. Ahora cuando finaliza el calendario docente del curso 2008-2009 lo sentimos así y mi hijo ya hasta la proclama como su segunda madre.
Libia es sencilla, cariñosa. Los más de 20 años en el ejercicio de su profesión le permiten una envidiable combinación de sabiduría y experiencia.
Sus cabellos delatan un tanto ese caudal de conocimientos y su mediana estatura nada tiene en común con la grandeza de su obra.
Justo el primer día que la escuché hablar alertaba de la necesidad de ser disciplinados, que no admitía ausencias ni llegadas tardías porque ella vivía lejos y todas las mañanas se levantaba muy temprano y salía para la escuela a pie para ser una de las primeras en llegar.
Desde que la conozco cumple con su palabra como una elegante manera de predicar con el ejemplo.
Libia nunca falta a su trabajo. Solo se ausentó unos días luego del paso del huracán Ike por Las Tunas porque los fuertes vientos destruyeron parte de su modesta vivienda.
Entre las cosas que el ciclón no pudo llevarle estuvo la disposición de educar. Enseguida volvió al aula aún sin resolver los problemas constructivos de su casa. La preocupación iba más allá de sus necesidades. Le interesaba que sus alumnos no se atrasaran en las clases y vencieran los objetivos del plan de estudio.
Ahora ya se reciben los frutos. Gracias al empeño de una maestra sencilla y cariñosa mi hijo y otra veintena de condiscípulos aprendieron a leer y escribir.
Motivo de orgullo es esta maestra para el claustro del seminternado Toma de Las Tunas, donde labora cada día.
Orgullo que los padres traducimos en agradecimiento infinito a esa educadora que como tantas, poco a poco se convierten en parte de nuestra familia porque son más, son muy buenas en el desempeño de su profesión, porque buscan elegantes maneras de predicar con el ejemplo, las que nunca olvidamos por tener además el privilegio de ser la maestra de primer grado, la que enseña a leer y escribir.