viernes, 26 de junio de 2009

¿Controlar la lengua?... Tarea difícil


Dice un sabio y buen amigo que la lengua es la parte del cuerpo más difícil de controlar.
Tan es así que para mantenerla quieta la naturaleza nos dotó de dos barreras: los dientes y los labios.
Puede que este razonamiento encierre algo de jocosidad; pero no está muy lejos de la realidad, según mi criterio.
Piensa si no en los consejos de la mayoría de los adultos mayores que advierten que “palabras sacan palabras” o cuando es preciso “morderse la lengua” porque la tenemos demasiado larga… Sobran los comentarios ¿Verdad?
Sin dudas la lengua, como uno de los órganos esenciales del sistema articulatorio del lenguaje, es causante de no pocos aprietos cuando la empleamos sin antes razonar lo que expresamos.
En el seno del hogar a veces la utilizamos para ofender a los consanguíneos o maltratarlos con tonos y términos inapropiados.
Tener la lengua suelta, como dice mi abuela, es siempre instrumento de problemas, separaciones y enojos en nuestras familias y en la sociedad.
Por suerte también la lengua sirve como herramienta indispensable para la reconciliación, para trasmitir mensajes placenteros y manifestar lo mejor del pensamiento humano.
Baste utilizarla entonces como bien apuntó El Maestro, José Martí: Hay tanto que decir, que ha de decirse en el menor número de palabras posibles: eso sí, que cada palabra lleve ala y color.

jueves, 25 de junio de 2009

Una familia es la primera escuela


“Quien es bueno en familia es también buen ciudadano”, así alertaba el gran pensador Sófocles en la antigüedad. Razón que convence en nuestros días para entender que una armónica y coherente vida familiar deviene marco apropiado para desarrollar hijos e hijas equilibrados y felices.
Un hogar donde reine el afecto, el respeto y la aceptación entre sus miembros representa la máxima expresión de la vida en el núcleo primario de una sociedad.
Resulta pernicioso una crianza en un ambiente en el cual nadie se pone de acuerdo y en consecuencia los más pequeños no saben por quién guiarse o a quién obedecer.
En familia se aprende a desarrollar una visión de sí mismo y del mundo. Y esa percepción influye, de una u otra forma, en todo lo que se encare en la madurez.
El gran pedagogo cubano José de la Luz y Caballero apuntó que “La educación empieza en la cuna y termina en la tumba” para definir de tal modo que el ámbito hogareño es la primera escuela de las relaciones humanas y que constituye un proceso de continuidad.
Recae, por tanto, en los padres por derecho natural y deber social, el asumir esta responsabilidad. Para ello es indispensable el cuidado de la atmósfera familiar y que el medio sea regido por las mejores relaciones, la disciplina y el respeto mutuo.
Tan hermoso derecho se adquiere mostrando valores y normas de conducta positivas y logrando a través de su influencia educativa, la formación de ciudadanos con buenas cualidades y características de la personalidad firmes.
¿Lograrlo? Nadie está seguro de ello. Cada persona es un librito aparte, señala la sabiduría popular. Pero al menos con estas premisas bien claras se hace necesario encaminar a nuestros hijos en aras de construirles un futuro mejor.

lunes, 22 de junio de 2009

Ya se va aquella edad...

Luego de cuatro años en el Círculo Infantil La Edad de Oro, de esta ciudad de Las Tunas, mi niña Amanda María ya casi se despide de sus “tías” Yady, Yamilka y Kirenia, de sus educadoras y de amigas y amigos tan traviesos como ella.
Atrás queda una etapa linda, en la cual aprendió a diferenciar las formas de los círculos, los cuadrados y cuantas figuras geométricas se encontraban a su alrededor. También desarrolló habilidades para formar grupos de objetos, identificar colores, contar y desempeñar roles en actividades en las que asumía ser una peluquera o cocinera, una doctora y sobre todo lo que más le gusta a ella, y me gustaba a mi también cuando era pequeña: ser la maestra.
Durante este tiempo Amanda María asimiló cuánto significaba el compartir con otras personitas de su edad; aunque no fueron pocas las batallas por el antojo de un juguete, la discusión caprichosa por ocupar un puesto para ver la teleclase, el enojo porque Estafanía no sería más su amiguita… en fin. Por suerte estos fueron los menos.
En general las experiencias resultaron buenas. En un ambiente sano y atrayente, rodeada de cantos y entretenimientos, mi hija se instruyó en las buenas costumbres, pues muchas veces practicó el sentarse a la mesa y solo pararse después de pedir permiso a sus compañeritos. Se educó fomentando modales adecuados tales como brindar los alimentos a quienes llegaban en el horario de almuerzo o de merienda. Entonces asaltaban vocecitas que con intranquilidad preguntaban “¿Gusta?”
Cada mañana no podía faltar el saludo a todos mientras se escuchaba el coro que respondía a los buenos días. En tanto, solía parecer una consigna la pregunta “¿Cómo están?” Seguida de la contestación “Bien ¿Y usted?”
En un inicio los padres sonreíamos porque se tornaba gracioso. Sin embargo, poco a poco nos fuimos percatando de cuanta seriedad entrañaban tales acontecimientos y de lo necesario de mantener estas costumbres en el ámbito familiar.
Sin dudas, la educación que en el hogar les damos a nuestros hijos, en el círculo infantil se consolidan. A la par mamá y papá nos retroalimentamos y aprendemos.
Dentro de unos meses, mi niña comenzará su etapa preescolar en el Seminternado Toma de Las Tunas junto con su hermano José Alberto, quien cursará el venidero curso el segundo grado de la enseñanza primaria.
Tal vez Estefanía, Doralis y Germán u otros amiguitos del círculo infantil, la acompañen en la nueva aventura que inicia en septiembre. Quizás sean nuevos educandos los que completen su aula; pero de seguro juntos marcharán felices mientras descubren las maravillas del saber, en el cual hogar y escuela, maestros y familiares andaremos en consonancia, para ser complementos en cuanto a la formación de valores sin desligar instrucción y educación.
Los primeros años de vida en el círculo infantil son garantía en la formación de mejores personas, con un buen comportamiento en cualquier momento y lugar.
Ya se va aquella edad en la que las enseñanzas y la actividad lúdica significaban un entretenimiento para los infantes del círculo infantil.
Comienza un tiempo de oro también con más responsabilidades a lo mejor; pero no menos atrayente y enriquecedor para las niñas y los niños siempre ávidos de conocimientos.

sábado, 13 de junio de 2009

RECUERDOS DE PAPÁ

Desde que supimos de la existencia de nuestro primer bebé, enseguida mi esposo y yo nos dimos a la tarea de prepararnos lo mejor posible para su recibimiento.
Buscamos libros, revistas… es decir, al no tener ni la remota práctica en asuntos de embarazos, lactancia y cuidados de los infantes; necesitábamos irremediablemente la teoría para desempeñar el mejor papel de papá y mamá.
Fue así como descubrimos el buen consejo de cargar al niño o la niña en una posición poco usual. Consistía en poner al bebé boca abajo con los brazos de su progenitor entrecruzados en el abdomen.
De tal modo se recomendaba sostenerlos para que se sintieran cómodos, relajados y seguros.
Cuando José Alberto llegó al mundo Rigo no perdió tiempo para experimentar.
De la misma manera lo hizo con Amanda María.
Por las caras suponemos que dio resultado y como raras veces sucede teoría y práctica coincidieron.
Eso sí, el padre, aprovechó esa etapa por aquello de “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”. Ahora con 7 y 5 años cada uno es imposible soportarlos más de diez minutos cargados, y menos en esa posición. Solo quedó este lindo recuerdo plasmado en las fotografías.
Las más recientes, en el futuro también serán parte de la memoria.

viernes, 12 de junio de 2009

Un padre ausente

“Sólo hay una cosa comparable al placer de hallar un amigo: el dolor de perderlo.”
José Martí.

Desde hace más de dos años José Carlos Catalá Genicio (mi cuñado) ya no está junto a nosotros.
Nunca fue una persona de esas que generó noticias en los medios de prensa.
Tampoco fue un personaje simbólico, no hizo proezas ni recibió mérito alguno en su paso por la vida; pero su ausencia se siente en el hogar con un un vacío enorme porque en nuestra familia fue grande por saber llevar con honestidad y humildad las pequeñas cosas de cada día.

Dicen que cuando alguien muere se valora su estatura por la cantidad de personas que sienten su falta. Hoy comprendemos que Lalo era grande, querido entre sus amigos y familiares por ser excelente padre, preocupado, respetado por su hijo, a quien cargaba aún después de pasados los diez años, estimado por ayudar al que lo necesitó, por el saludo, por estar atento de su anciana madre, por velar que no le faltara nada a los demás.
La pérdida repentina de un miembro de la familia cambia proyectos, costumbres, transforma la manera de ser, de pensar y enfrentar la vida.
Su ausencia duele, su presencia se extraña, se siente tristeza, se buscan explicaciones ante lo inesperado que tarde o temprano, sin remedio, llega.
Con el tiempo el dolor se alivia, la resignación se convierte en un buen recuerdo y el consuelo asoma con el sano orgullo de saber que esa persona hizo obras sencillas e inolvidables por su grandeza.
Calma saber que los más pequeños de la casa todavía cuentan anécdotas sobre él, recuerdan los viajes que juntos hicieron a la playa, que les compraba dulces los días de cumpleaños y tararean canciones que con picardía les enseñó como “Píntate los labios María…”
Hoy su hijo, el más afectado quizás por la falta que le hace en plena adolescencia, lo revive imitando sus nobles acciones. Ello bastaría para reconocer y sentir su presencia, en este Día de los Padres, más allá del tiempo que borra las imágenes y arrastra el pensamiento hacia los que han dejado amor y obras, los que han contribuido a enriquecer la existencia de los demás y eternamente serán insustituibles.

Para José Carlos Catalá Genicio (Lalo), donde quiera que esté, también dedicamos este espacio y será para él nuestro recuerdo el 21 de junio, Día de los Padres.


lunes, 1 de junio de 2009

UN MES ESPECIAL PARA COMPARTIR

JUNIO abre sus puertas y con la llegada del sexto mes del año en el calendario, los cubanos nos ponemos vigilantes dado el inicio, el mismo día primero, de la temporada ciclónica, la cual se extiende hasta el 30 de noviembre.
El día en que inicia junio también aquí celebramos el Día Internacional de la Infancia, un regalo bien merecido a los que saben querer y significan la esperanza del mundo.
El 5 de Junio, en nuestra Isla como en otras partes del planeta, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, con diversas acciones que contribuyen al cuidado y conservación del entorno.
El propio día 5 en Las Tunas homenajeamos al poeta Gilberto E. Rodríguez (1908/1989), en ocasión del CIENTO UN aniversario del natalicio de esa figura insigne de las letras del siglo XX en la localidad.
El 7 de junio festejamos el Día del bibliotecario, institucionalizado a partir de 1981, por nacer el erudito e investigador cubano Antonio Bachiller y Morales, padre de la Bibliografía Cubana, al publicar sus “Apuntes para la historia de las letras y de la instrucción pública en la Isla de Cuba”. A mediados del mes los cubanos rendimos tributo a dos grandes figuras de nuestra historia, cuyos nacimientos coincidieron el 14 de Junio. Se trata de los legendarios Antonio Maceo Grajales y Ernesto Che Guevara.
En el plano personal Junio marca muchas festividades en el hogar, entre ellas, el aniversario de mi matrimonio y los cumpleaños de mis dos hijos (José Alberto, el 7 de junio, y Amanda María el 21).
El tercer domingo de Junio será una fecha esperada por todas las familias. Este año decir 21 de Junio, no será solo en relación con el solsticio de verano en el hemisferio norte y del invierno en el sur; sino también de una jornada especial dedicada a los padres.
Será un día de recuerdos, tristezas y alegrías. Momento propicio para el agasajo a esos vozarrones de trueno y contradictoriamente tiernos, que cuidan y educan a sus hijos.
El 21 de junio, primer día de verano y considerado el más largo del año, se celebra en Cuba además el Día del Trabajador Forestal.
Junio, sin dudas, estará cargado de emociones y se multiplicarán al final de sus 30 días con la llegada del fin de curso escolar, las graduaciones y el comienzo de la etapa vacacional.
Así esperamos las familias tuneras el transcurso de este mes, cuya denominación se deriva del nombre de la deidad romana Juno, considerada la diosa del matrimonio; aunque otros estudiosos del tema ofrecen diversas suposiciones relacionadas con el nombre del clan romano Junios y la voz latina iuniores que quiere decir jóvenes.
De cualquier modo Junio llegó y con él un período especial para compartir.